10. Corazones rotos
CRISTOPHER
—Te juro que no lo puedo creer, vengo a ver a mi hijo y parece que abrí la puerta del pasado del horror. ¿Qué significa, Cristopher Meier? ¡No permito que mi empresa se convierta en un hotel!
Mi madre, siempre mi madre con sus actitudes fuera de lugar, como si fuera la dueña absoluta de todo, incluso de lo que no le pertenece. Las veo ingresar como una tormenta, con Sherlyn pegada a los talones como un eco molesto. No golpean, no preguntan, solo irrumpen como si tuvieran el derecho de dirigir mi vida.
La cara de Ximena es un poema de vergüenza, la tengo a mi lado, mira el suelo pero solo un segundo, el pecho se le infla tomando aire y enseguida levanta la cabeza, jamás ha sido de las que se dejan pisotear y eso es parte de su esencia natural.
Mi madre, en cambio, es puro veneno, furia absoluta contenida tras sus labios pintados y su ropa perfectamente elegante porque hay que ver qué la elegancia y la educación no siempre es lo mismo.
—Estoy esperando una explicación.
—Pu