Reino de Nuante
En cuanto los ojos de Desz se abrieron a la claridad del día, sonrió. Lis dormía a su lado. Sonrió más todavía al saber que lo hacía por ella, por la dicha que se agolpaba en su pecho al permitirle haber entrado en su vida. Se alegraba de no haber sido cegado por la venganza y haberla despedazado en cuanto puso un pie en su palacio.
¿Había sido menos bestia entonces? ¿Una criatura bondadosa? No, claro que no, su venganza requería tiempo y planificación y debía usarla a ella para conseguirlo. Todo era parte del plan.
Le acarició la mejilla, pensando si su venganza algún día llegaría, si podría herirla para acabar con Camsuq. Era innegable, si algo bueno había hecho el traidor en su vida eso era ella. Lo único bueno en él y ahora era suya.
Lis abrió los ojos. Sonrió también.
—Supongo que no será necesario preguntar si ha sido de tu gusto el “entrenamiento” —dijo Desz, con perversa mirada.
Lis se cubrió la cara con las sábanas, dejando a la vista sus ojos sonrientes y