Todos saben que no se debe joder con Kostya Volkov, el Pakhan de la Bratva, es despiadado, no vacila, no teme, no pide permiso. A veces me mira como si me deseara, otras como si me odiara. Esa incertidumbre no hace más que alimentar la mía propia, en ocasiones lo odio, en otras lo deseo tanto que me quemo. Si Volkov odia algo, lo elimina, si desea algo lo toma sin contemplaciones. Y me quiere a mí... Lástima que no soy la niña dócil que él piensa.
Leer másDedicatoria:
《Para todas aquellas que no deseamos un príncipe azul que nos rescate si no un villano que nos consuma.》 Kostya.La reunión transcurría en uno de mis clubes nocturnos, no estaba escuchando ni una puta palabra de lo que se decía.Tenía a la culpable en mi rango de visión, vestida para matar y no de una forma literal. Un conjunto enterizo se aferraba a cada curva, cada pliegue, cada pulgada de la tersa piel que me moría por acariciar. Dos correas negras envolvían sus muslos, unos muslos que me imaginé mil veces en torno a mi cabeza, apretándome la cintura mientras la embestía sin piedad, de las correas colgaban un par de armas como una amenaza silenciosa.Apreté la mandíbula con tanta fuerza que los dientes protestaron, tuve que pasarme una mano por la mandíbula, intentando borrar con la palma la huella de rabia que me surcaba las facciones.Un puntapié por debajo de la mesa me hizo volver a la conversación.Fulminé con la mirada a Sergei, escuchando lo que el Don de la Cosa Nostra estaba estipulando.一¿Dará la paz a nuestra guerra? 一 Se refería al trato que esta noche sería decidido, tenía en mis manos la reunión más importante del momento y yo solo podía pensar en la hermana menor de mi mejor amigo, mi mano derecha.一Los Irlandeses intentan ganar territorio. En los últimos tiempos han repartido su nueva m****a por las calles, no podemos permitir que su negocio prolifere. 一 Clavé la mirada en Antón Santorini. 一 No podemos perder fuerzas en una lucha entre nuestras casas, eso es darles la oportunidad para expandirse.El Don asintió con la cabeza, conocía la otra parte del trato, y en ella venía incluida Donatella Santorini, ofrecida en matrimonio para mí. Como si ya no supiera a qué sabe su coñito desde que ondeamos bandera blanca con los italianos.Una sonrisa maliciosa se extendió por mis labios, pero fue borrada al momento en que miré al frente encontrándome a la hermosa Nica sonriéndole a otro hombre. Mis venas ardieron, como si algo verde y radiactivo se filtrara en mi torrente sanguíneo, ella era mía. Aunque la odiara por tener tanto poder sobre mí, por hacerme babear, por ser una m*****a distracción desde el momento en que llegó.一Sergei...Fue una orden silenciosa, no esperé respuesta para levantarme del asiento, abrochar el botón de mi americana. Di dos vueltas al reloj en mi muñeca, bajando las escaleras con rapidez.El club estaba lleno hasta las pelotas, eso no fue impedimento para que un camino se abriera, las personas no me tocaban, no se atrevían a mirarme dos veces. Era el monstruo debajo de la cama para ellos y no podían tener más razón para temerme.一Eres hermosa.Fue un susurro por parte del suicida que tenía Nica enfrente, solo unos pasos nos separaban cuando su espalda se tensó, podía sentirme tanto como yo a ella.Llegué a su altura justo a tiempo para agarrar al hombre por la muñeca, frenando la m*****a mano que se dirigía a un mechón suelto de su cabello. La sangre me ardía, quemaba, las ansias de sacar mi arma y volarle la cabeza al hijo de puta no fueron pocas, pero me contuve.一Tócale un solo cabello y te arrancaré la mano del maldito cuerpo.Los orbes del hombre se agrandaron al reconocerme, su expresión llena de pánico me hizo sentir la mayor de las satisfacciones. Solté su muñeca a regañadientes, viéndolo correr por el tumulto hasta desaparecer de mi rango de visión.Giré la mirada para encontrarme con los orbes color tormenta de Nica, había literalmente una tormenta allí dentro, el odio solo hizo que mi sangre zumbara y no por la misma razón que momentos atrás.一¿No vas a decirme nada?Frunció el ceño, llevándose la copa de alcohol a los labios, dio un sorbo largo sin apartar la mirada de mí.一No. Prefiero seguir en busca de un hombre que tenga los huevos suficientes para no salir corriendo en tu presencia.Se levantó, dispuesta a irse. La agarré con firmeza por la muñeca, vibrando ante la corriente eléctrica que me sacudió la piel. Me acerqué tanto que sus pechos quedaron por debajo del mío, le llevaba más de una cabeza.一Lamento informarte que eso nunca va a pasar.Apretó los labios, parecía frustrada, taladrándome como si su mirada pudiera matarme. Una corta sonrisa satisfecha me surcó los labios, fue borrada al instante en que se puso de puntitas, envolviendome el cuello con la mano que tenía libre.Unos centímetros nos separaban...M*****a descarada.一¿Por qué estás tan seguro?.El enojo me helo la sangre, tenía una personalidad adictiva y Nica Velova se había convertido en mi obsesión.一Porque...一 Me acerque a ella, a punto de chocar con sus labios cambie de dirección, pegandolos a su oído. 一 Soy el Lucifer de este infierno, nena. Ningún monstruo que ronde allá fuera es rival para mi, tampoco para mi arma. Deja que un desgraciado te toque y te mandaré su cuerpo desmembrado en una caja adornada con un hermoso moño.La solté con un empujón, como si su toque me diera asco, aparentando que no podía soportar ni un segundo más en contacto con su piel. Cuando era todo lo contrario.Ansiaba poseerla, ansiaba tenerla a mi merced sin piedad...Porque cuando la tuviera la piedad no existiría entre nosotros, la follaría tan duro que estaría jodida para cualquier otro hombre el resto de su vida.***La reunión fue un éxito, teníamos a los italianos en los bolsillos. Ahora la amenaza Irlandesa se volvía menor de lo que fue en un principio.Tendría que estar feliz, pero no lo estaba.Me encontraba frustrado, y esa molesta emoción fluctuaba por mi cuerpo desde el año pasado, cuando Nica decidió que era tiempo de volver a Chicago, transformada en un soldado de nuestra mafia.Como si fuera poco la tenía viviendo bajo mi techo, a unas pocas habitaciones en la m*****a mansión, eso era una tentación diaria, una tentación que ni siquiera salió de mi mente cuando entré a mi despacho.Donatella Santorini me esperaba desnuda, abierta de piernas como mi banquete personal, encima de mi escritorio totalmente dispuesta.La imagen no me produjo nada más que una acumulación de sangre en mi zona baja, no deseaba a esta mujer para nada más que un desahogo rápido. Sabía apreciar la belleza y Donatella no era fea, de todas formas no se comparaba con ella.一Me ha contado un pajarito que la reunión ha ido de maravilla.No pudo ocultar la satisfacción en su voz, seguro ya se imaginaba a mi lado, casada. Siendo la hija del hombre más poderoso de la Cosa Nostra, siendo la esposa del hombre más poderoso de la Bratva.Quizás me convenía la unión, quizás así podría dejar de pensar en Nica.Al instante supe que ese pensamiento estaba muy lejos de ser real, pensaría en Nica hasta el día que dejara de respirar.一Abre las piernas.Fue un gruñido bajo, frío. Una sombra de insatisfacción cruzó por su rostro, no le presté atención.Me acerqué a ella con lentitud, abriendo el botón de la americana para darme más movilidad, cuando llegue a su altura intentó besarme en los labios, la agarre de la barbilla con la suficiente fuerza para retenerla sin hacerle daño.一Conoces las reglas. 一 Gruñí, soltandola de golpe. 一 No vuelvas a intentar besarme.No espere a que me respondiera, no me paré a contemplar el absurdo puchero que se apoderó de sus labios. Le abrí las piernas con brusquedad sumergiéndome en un coño que imagine que pertenecía a otra persona.Nica.Mi interior se volvió una masa de sentimientos contradictorios, por un lado tenía el enojo, después de todo me encontraba en esta situación por su intromisión, y por el otro el deseo, esa atracción física extraña he innegable que sentía por él.—No te muevas.Mi pulso no tembló al apuntarlo con el arma, directo a la cabeza. No me hizo el mínimo caso, sacándose el casco como si su vida no corriera ningún peligro.Al quedar su cara descubierta, me perdí en la belleza de sus orbes de bosque, la sinceridad en ellos, la perfección en sus facciones. Tenía esos labios provocativos, deformados por una sonrisa burlona.—Baja el arma, si me quisieras muerto ya tendría una bala metida en el cuerpo.No se lo negaba, pero no la baje, aunque en mi interior sabía que no apretaria el gatillo.La pregunta era, ¿Por qué?.—Eres mi enemigo.Agradecí la firmeza en mi voz, una firmeza que no sentía para nada.Su expresión cambió, esa sonrisa mojabragas siendo parte del pasado. Ahora me evaluó con l
Nica.¿Me merecía las miradas furiosas que me taladraban?, definitivamente.¿Me merecía estar sentada en medio del despacho, como una maldita traidora?, jodidamente no.—Sueltenlo.No aguantaba más el silencio, ni la mirada decepcionada de dos de los hombres más importantes para mi.—¿Por qué lo besaste?.Tenia que preguntar exactamente eso, haciendome recordar lo que ese extraño, no tan extraño, me hizo sentir.Alce una ceja en direccion a Kostya, sintiendo que de alguna manera lo habia traicionado, y me dolia.—No sabia quien era, joder. Nuna le he visto la cara.Sergei fruncio el ceño, fulminandome con la mirada.—El día de la persecucion dijiste que bajo del coche, tendrias que reconocderlo Nica.—Acababa de hacer un maldito salto suicida, tenia los pelos de punta, y la distancia suficiente como para destinguir el cabello claro y nada más. Leroi fue quien dio por sentado que era el. – Les frunci el ceño. — Disculpame por no reconocer a alguien por el simple tono de su melena,Dest
Nica. Hoy hay fiesta en la mansión. ¿La mala noticia?, es la fiesta de comprismo de Kostya, puaj. Estoy que quiero arrancarme la m*****a piel a tiras, solo para sentir otro dolor que no sea el de un corazón roto. ¿Roto porque?, tengo el miedo suficiente como para querer responderme esa pregunta, muy cobarde de mi parte. —Mi hermano es un idiota. La voz de Kathe me saca de mis pensamientos deprimentes. Se encuentra detrás de mí, despampanante en un vestido verde oliva. Intenta arreglarme el cabello, en un recogido, disque elegante. Apareció hace una hora y media, con un arsenal de cosméticos, y un vestido que ella llamó de la “Muerte”. Es rojo pasión, abrazando todos los lugares correctos, bueno, al menos la poca tela abraza el cuerpo. Diseños de encaje fueron colocados estratégicamente para tapar las zonas prohibidas, tiene una malla del color de mi piel, dando la apariencia de que estoy desnuda. Me siento una prostituta elegante, con clase. —Es de mala educación negar lo evid
Nica.La cosa no podía estar más tensa, dos días después las aguas seguían turbias. Tenía guardaespaldas hasta para ir al baño.Me cargaba un cabreo de los cojones.Para oscurecer más la situación, Kostya parecía evitarme. Nunca estaba en los lugares que frecuentaba, al menos no a la vista, llegaba a la mansión a altas horas de la noche, y se iba temprano en la mañana.¿Qué clase de juego era este?.Fuera el que fuera, no me gustaba ni un pelo. Hacer lo que hicimos, para luego alejarse, no me pintaba para nada bien.—¿Cómo le haces para tener a dos de los hombres más cabrones del mundo, detrás de tu culo?, no lo sé.Clavé la mirada en Kathe, nos encontrábamos afuera de la oficina del casino principal. Puertas para adentro se selebrara una reunión, tema a discutir : El Irlandes que jugaba a las escondidas.Y nos dejaron fuera, Sergei había tenido la poca decencia de chasquearme la lengua, diciendo que no podría participar la mujer causante de la trifulca.¿Por qué coño estaba la hija d
Nica.Si alguna vez me preguntaran cómo me imaginaba el infierno, diría que frío, congelado, después de todo el hielo puede quemar tanto como el fuego.O al menos, ese fue mi único pensamiento, al observar la actitud de Kostya. Sus orbes ya no estaban oscuros de pasión, era sed de sangre, muerte.—Dile lo que tengas que decir, y ven a mi despacho inmediatamente. – Fulmino a Sergei con la mirada. — Hazla llorar y pagarás cada lágrima con sangre.¿Qué carajos?.No pude replicar, se marchó antes de que abriera la boca, dejando esa sensación de hielo detrás de él, como una estela que lo perseguía.Sergei se quedó unos segundos anclado en su lugar, abría y cerraba los puños, conteniendo seguramente, la rabia.—¿Desde hace cuanto te lo follas?.Apriete la bata, sintiéndome expuesta bajo la mirada acusadora de mi hermano.—Nunca me lo he follado, Sergei. Bueno, acabas de interrumpir lo que sería la primera vez.—No te atrevas a mentirme, Nica. Se lo que vi.—Entonces, deberías pedir una cita
Este capítulo tiene contenido EXPLÍCITO y de nivel SEXUAL, Nica.Unas horas más tarde ya me encontraba en mi habitación, para ser más exactos aplicándome crema corporal después de una merecida ducha.Tenía el brazo agarrotado, se supone que no debía moverlo, pero bueno, me negaba rotundamente a usar una escayola.Así que en eso me encontraba, envuelta en una excusa de bata negra, cuando la puerta fue abierta con fuerza.Clavé la mirada en Kostya, mi ceño se frunció al instante.Lucia…desquiciado.Tenía el cabello revuelto, la camisa del traje hecha un pasa de uva, la expresión de un sicario. Jamás había visto al pakhan en semejante estado caótico.—Que coño…¿No te han enseñado a tocar?No me respondió, se limitó a clavar la mirada en mí, su expresión indescifrable.Me miró por un segundo, dos, tres, un minuto. Hasta que cerró la puerta con una patada. Mi corazón comenzó a latir con demasiada rapidez.Avanzo hacia mi con la confianza de quien sabe que tiene el mundo a sus pies.—¿Est
Último capítulo