Capítulo 11. La huída y la furia
Me quedé un largo rato en el suelo con dolor de espalda, y la mejilla ardiendo por el golpe.
Me incorporé lentamente y me dirigí al armario y saqué mi maleta pequeña. No necesitaba mucho. Solo lo esencial. Ropa, documentos, algo de abrigo. No sabía a dónde iba, pero sabía que no podía quedarme.
Mientras doblaba la ropa, mis manos temblaban por impotencia. Por esa sensación de estar atrapada.
Cuando terminé de empacar lo mío, mis ojos se posaron en la maleta de mi hermana. Dudé. Me quedé quieta. Sabía que lo que estaba a punto de hacer no estaba bien. Pero también sabía que no tenía otra opción. No podía esperar a que Gabriel viniera a “llevarme” como si fuera un objeto. Tenía que huir. Tenía que sobrevivir.
Me acerqué con cautela, abrí la maleta y empecé a rebuscar entre los compartimentos. Al principio, no encontré nada, pero en un bolsillo oculto, sentí algo distinto. Lo saqué con manos temblorosas. Dinero.
Me quedé mirándolo unos segundos. No sabía de dónde lo había sacado ni por q