Capítulo 46. El miedo

ELENA

A lo lejos escuché rugidos de motores. Me giré de golpe y vi que venían más coches. Se acercaban por el camino de tierra, levantando una nube de polvo tras ellos.

Mi cuerpo se tensó. El corazón me dio un vuelco.

Sabía perfectamente lo que significaba. La manada de Lycan estaba aquí.

Los coches se detuvieron en fila, como si estuvieran preparados para entrar en combate.

Las puertas se abrieron. Y uno a uno, empezaron a bajar.

—¿Por qué están aquí? —le solté a Lycan, sin bajar la mano—. ¿Qué se supone que vas a hacer?

Lycan se acercó un paso, solo uno. Y lo miré como si la visita de la manada fuera una traición.

—No están aquí para hacerte daño —dijo, con la voz baja—. Están aquí porque yo les pedí que vinieran. Para protegerte.

—¿Protegerme? —me reí—. ¿De qué? ¿De ti?

—¡Elena! —exclamó, con los ojos brillando—. Yo te amo. Jamás he pensado en quitarte a nuestro bebé. Jamás.

—¿Ah, no? —le solté, cruzándome de brazos—. ¿Y entonces por qué hablabas con Liora? ¿Por qué te fuiste
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