POV: Cecilia Hernández
Mis dedos seguían temblando sobre la copa, incapaces de soltarla. La imagen frente a mí seguía fija, inmóvil, grabada en mi mente como una herida abierta: Liam y Arya, caminando juntos, riendo, compartiendo esa complicidad .
Sentí cómo todo el aire del restaurante se volvía espeso, sofocante. Los murmullos, las risas, el tintinear de los cubiertos… todo se mezclaba con el latido acelerado de mi corazón. Era como si el mundo entero hubiera decidido girar más lento, solo para obligarme a mirar.
No sé cuánto tiempo permanecí así, con la mirada perdida en aquel ventanal. Solo reaccioné cuando escuché la voz de Aslin a mi lado.
—¿Cecilia, querida? —su tono sonó suave, pero cargado de inquietud—. ¿Qué sucede? Te ves pálida.
Parpadeé, como si despertara de un sueño incómodo. Aparté la vista de la calle con un esfuerzo casi físico y la miré.
—Es mejor que nos vayamos —murmuré, tratando de mantener la voz firme, aunque me temblaba.
Aslin frunció el ceño, sorprendida. Sus