Cecilia se había quedado completamente pálida. La sangre parecía haber abandonado su rostro y Liam lo notó de inmediato.
—¿Por qué te pusiste así de repente? —su voz sonó cortante, casi burlona—. Hace un momento hablabas como un loro y ahora, ¿qué pasa? ¿Se te quedó la lengua pegada?
Pero Cecilia apenas lo escuchaba. Su mente estaba en otro lugar, atrapada en un torbellino de recuerdos y miedos. La idea de volver a cruzarse con Rayner la paralizaba. Sabía perfectamente lo que eso significaba: si él la atrapaba, no tendría más escapatoria. Estaría obligada a casarse con ese miserable, a convertirse en su esposa contra su voluntad, y además sufriría el castigo severo que había prometido para ella.
El aire se le quedó atrapado en la garganta. No, no podía permitir que algo así sucediera. No esta vez. Tenía que hacer algo y hacerlo rápido.
Fue entonces cuando sus ojos se posaron en una máscara, justo al lado de Brian. Sin pensarlo dos veces, alargó la mano, se la colocó sobre el rostro y