Mundo ficciónIniciar sesiónLa noche ya se había adueñado del cielo cuando Giulia salió del despacho, dejando a Lorenzo a solas con sus pensamientos enredados y el corazón pesado. Pero no permaneció allí mucho tiempo. Necesitaba aire. Silencio. Cualquier cosa que lograra calmar la culpa que palpitaba en su pecho.
Recorrió los pasillos oscuros de la mansión como si caminara dentro de sí mismo, y todo allí fuera un campo de ruinas. Abrió la puerta de la biblioteca y, sin encender las luces, se dejó caer en el sofá de cuero oscuro. El ambiente era amplio, acogedor, revestido de libros hasta el techo, impregnado con el aroma amaderado que siempre le recordaba a su padre. Era uno de los pocos lugares de la casa donde todavía conseguía respirar sin sentir que todo se desmoronaba.







