La mañana después de la salida al pub fue una calma engañosa. La mansión Winchester amaneció tranquila, como si nada hubiera ocurrido. Noah descansaba aún con la resaca de la noche anterior; Denisse, por su parte, intentaba actuar con normalidad mientras ayudaba a Fred con su desayuno. Charlotte —quien se quedó a dormir— le guiñó un ojo divertido desde la cocina, ignorando el remolino interno de su amiga.
Pero esa tranquilidad no estaba destinada a durar.
En el ala oeste de la mansión, Margaret Winchester revisaba documentos en su oficina privada. O al menos lo intentaba. Sus manos temblaban desde la noche anterior, cuando aquel sobre anónimo llegó hasta sus dedos. La fotografía del accidente. El informe. La silueta borrosa de una mujer bajo la lluvia.
Una mujer que se parecía demasiado a Denisse.
Margaret había pasado horas observando esa imagen y preguntándose si su intuición materna fallaba por primera vez en décadas.
A las diez de la mañana, un golpe firme en la puerta la sacó de