Mundo ficciónIniciar sesiónLa noche me recibió con un viento tibio que olía a humedad vieja y a pan barato. Subí las escaleras hasta mi cuarto como si cada peldaño fuera una pregunta que no quería contestar. La llave siempre se atora dos veces antes de girar, pero hoy se resistió más, como si la puerta supiera que venía con el pecho abierto y no quisiera dejarme pasar. Cuando por fin entré, el cuarto me pareció más pequeño que nunca: la cama angosta, el escritorio con libreta y pluma, la lámpara ladeada que parpadea si soplas, el vaso con dos margaritas que rescaté del parque y que se niegan a morir. Todo en su sitio, como si mi vida fuera una maqueta de cartón que alguien arma con paciencia para recordar que lo real está afuera.
Solté la mochila en la silla y me quedé parada en medio, sin saber por dón







