Esa noche, mientras el viento rugía con más fuerza, Winnie estaba en la habitación de su hijo. Algo, o alguien, parecía moverse en la planta baja.
Con el corazón acelerado, vuelve a llamar a su hijo pensando que tal vez está en el baño. Fue entonces cuando notó que la luz del pasillo, estaba rota, alguien estaba en la cocina, ella escuchó como rebuscaban en el cajón de la cubertería, donde tiene los cuchillos guardados para no dejarlos al alcance del niño. El mundo de Winnie se detuvo. Su corazón comenzó a latir con fuerza mientras trataba de procesar lo que acababa de escuchar.
—¿William? ¿Dónde estás?—preguntó, con la voz apenas un hilo, mientras iba al baño y ver el vacio—¿William? Soy mami—llamó, su voz apenas audible sobre el estruendo del viento.
No obtuvo respuesta.
Encendió el foco del celular que llevaba en la mano y decidió revisar debajo de su cama y nada. El pánico se apoderó de ella de inmediato.
—¡William! —gritó, esta vez con más fuerza.
Un leve sollozo la hizo girar ha