Aidan ni siquiera se había despedido de mí.
Creo que el baile había sido nuestra despedida.
En la mañana desayuné junto a Isakar quien parecía preocupado por algo pero no quise inmiscuirme en sus cosas para que no fuera a llamarme metiche.
Pero comenzaba a extrañar al lobo secuestrador.
—¿Cuándo volverá Aidan? —le pregunté de repente a Isakar quien arqueó una ceja en mi dirección al igual que Aidan.
En definitiva deben ser padre e hijo.
Tienen hasta los mismos gestos.
—¿Te importa?
—Solo quería saber, nada más —mentí yo pero gracias a la risita que él me dio, no pareció que me creyera demasiado.
—Eres odioso —bufé yo.
Por primera vez en lo que lo conocía Isakar estalló en carcajadas que terminaron contagiándome a mí y ambos estuvimos riéndonos por nada en minutos.
—Te gusta Aidan, pero no te atreves a creerlo —murmuró Isakar de repente haciendo que lo mirara con sorpresa.
—Estás equivocado.
—No lo creo.
Él se levantó ofreciéndome una sonrisa antes de irse del comedor.
Yo bufé levantán