CAPÍTULO 9Incendio en la FiestaEl universo se había detenido, encogido al tamaño de la pequeña sacristía, con mi abuela como el sol radiante y triunfante en el centro de todo.Jack y yo estábamos congelados, como dos actores sorprendidos en medio de una escena que se había vuelto demasiado real. Y qué de seguro iban a eliminar del film.O al menos yo la eliminaría. Aunque siendo sincera, la guardaría para mi biblioteca personal.El cráter del meteorito que había sido nuestro beso todavía humeaba entre nosotros. Y sin percatarnos seguíamos abrazados.Me di cuenta de eso la abuela volvió a repetir:—Helena, este arroz ya se coció. Está listo.— dándole un codazo cómplice a mi madre, que nos miraba con los ojos abiertos como platos.— Estos dos se están quemando. Será lo mejor no dejarlos esperar mucho.— ¡Abuela! —chillé, sintiendo que el color esmeralda de mi vestido no era nada comparado c