Luna lo miró a los ojos, sorprendida por el tono tierno de su voz. Una sonrisa tímida se asomó entre sus lágrimas.
—Soy una tonta… —dijo con una risa nerviosa, secándose la cara con el dorso de la mano—. Yo pensé que tú...
—Ya deja de pensar en eso —la interrumpió Damián, negando levemente con la cabeza—. Quizás si yo hubiera estado en tu lugar… también habría actuado así como tú lo hiciste.
Ella lo miró directamente a los ojos, con una chispa en la mirada, y sus labios se curvaron.
—Eres un mentiroso —susurró con dulzura.
Damián sonrió. Pero su lobo no. Su lobo rugía con fuerza, desesperado por tenerla, por tocarla, por marcarla como suya. Sentía cómo su pulso se aceleraba, cómo sus sentidos se enfocaban solo en ella.
Y sin poder contenerse, se inclinó hacia adelante. Sus labios buscaron los de ella, despacio pero decidido. Luna, al notar su cercanía, abrió los ojos con sorpresa y se levantó de golpe.
—Lo siento… pero tengo que irme —dijo nerviosa, tomando su bolso con rapidez—. Mi t