Nicola
Cuando salí de la mansión, un auto oscuro ya me esperaba en la entrada, su motor ronroneaba suavemente, preparado para llevarme directo al infierno, si era necesario.
Mi respiración aún pesada, efectos de lo que había sucedido en la habitación de Valentina que seguían retumbando en mi mente y picando en mi piel.
Cada paso que daba era un esfuerzo consciente por apartar esos pensamientos, por mantenerme enfocado en lo que tenía que hacer ahora y no volver corriendo a su lado.
Mi deseo por ella seguía palpitando bajo mi piel, pero había otras prioridades, otras urgencias que no podían esperar.
Este era mi mundo, donde un solo error podía costarte la vida. Ya no había tiempo para distracciones.
Cuando abrí la puerta del auto y me acomodé en el asiento trasero, mi mirada se cruzó con la de Lorenzo, que estaba en el asiento del conductor.
No dijo nada, pero sus labios se curvaron en una pequeña sonrisa que solo alguien que lo conocía bien podría interpretar. No era la sonrisa fría d