Valentina
Al otro lado de la línea, podía escuchar a mamá gritar emocionada.
Su voz aguda cortaba en el fondo de la conversación, ignorando por completo la furia de papá.
—¡La fiesta de los Moretti! —exclamó ella. —Vamos a ir, ¿verdad? ¡Por fin, Palermo y sus grandes fiestas!
—¿Eres tan idiota que no entiendes lo que significa? —continuó mi padre, su tono cada vez más agresivo. —¡No quiero que nos vean involucrados con ellos!
Cerré los ojos un segundo, intentando bloquear sus gritos, pero era imposible.
—No fue mi intención, papà, —traté de explicar con la voz apagada. —Solo... solo es mi amiga...
—¡Cállate! —gritó, cortando cualquier intento de aclaración.
Sentí que mi cuerpo entero se encogía, mi estómago empezó a doler por la ansiedad que se extendía por cada rincón de mí.
—No me importa lo que creas que estabas haciendo. —Su voz se volvió más fría, y eso era casi peor que su rabia. —Lo que me importa, Valentina, —continuó, enfatizando cada palabra como si estuviera explicándole al