Sara despertó temprano aquella mañana.
El sol apenas se filtraba entre las cortinas cuando bajó las escaleras principales de la mansión Valmont. Aún se sentía fuera de lugar, como si cada paso dentro de aquella casa representara un desafío silencioso.
Pero recordaba perfectamente las palabras de Scott la noche anterior:
"Si vas a quedarte aquí, quiero que te comportes como lo que eres. La futura señora Valmont."
Y eso iba a hacer.
La joven caminó con paso firme hacia el vestíbulo, donde la esperaba la jefa del personal, una mujer de cabello recogido y modales estrictos llamada Señora Laughton.
—Buenos días, señorita Carter —saludó la mujer con una reverencia discreta—. El señor Valmont nos informó de su permanencia. Será un placer asistirla.
—Gracias, pero prefiero conocer la casa por mí misma —respondió Sara con una sonrisa amable.
La señora Laughton arqueó una ceja, sorprendida por la seguridad en la voz de la joven, pero asintió.
Pronto, una parte del personal se reunió para presen