El lobo de Lucien lanzó un rugido que desgarró el aire, un estruendo cargado de furia, desesperación y determinación.
Con sus colmillos al descubierto y la mirada encendida por la rabia, se lanzó con fiereza hacia los enemigos. Sus garras cortaban la oscuridad mientras los pocos guardias que aún resistían lo seguían, sin pensarlo, como si aquel aullido hubiera encendido en ellos la chispa de una última esperanza.
Pero entonces… sucedió lo impensable.
Desde las puertas destrozadas del castillo, se alzó un estruendo metálico.
El suelo tembló. El viento trajo consigo el olor del acero y el humo. Y cuando todos pensaban que era el final, una silueta roja surgió en el horizonte.
¡El ejército Rosso había llegado!
El grito de batalla resonó en las paredes destruidas mientras cientos de guerreros, envueltos en las llamas del honor, entraban al campo de batalla como una tormenta implacable.
Los Darkness no estaban preparados. Algunos intentaron huir.
Otros lucharon con desesperación. Pero el c