5 Traición inevitable

Sienna había desaparecido ante los ojos de Leonard escaleras abajo, él intentó seguirla, pero la mano fuerte de su hermano lo asió por la muñeca deteniéndolo y aplicando sobre él su arma secreta, mientras sentía como la calma salía de su piel y comenzaba a colarse por el brazo de sus hermano, pero había algo dificil en en ello, el proceso no era como con los demás Licans, supuso que la condicion de Alfa de Leonard lo dificultaba, apenas si pudo detenerlo.

—¿A dónde crees que vas? ¿Acaso estás loco? ¡No irás tras una Omega esclava cuando tienes a la hija de un noble, hija una de las casas más importantes esperando por ti en el comedor! — Le dijo su gemelo en tono de advertencia no pudiendo contenerlo con su control emocional por más tiempo.

— No se te ocurra hacerle un desplante a Tracy o lo pagaremos todos — Añadió mirándolo fijamente — El padre de Tracy es un Beta, pero uno con muchísimo dinero y poder, el tipo que quieres tener bajo tu mando en tu manada, el hombre cuyos bolsillos puedes exprimir cuanto necesites, y el aliado perfecto en cualquier ocasión, ¡No lo quieres como enemigo, créeme! — Su mirada denotaba la seriedad del asunto, no jugaba ni un poco.

Leo soltó el agarre de la mano de su hermano de un solo golpe y le devolvió la mirada desafiante mientras sentía como las emociones encontradas volvían a invadirlo.

—Tracy no me interesa, ¡Puedes casarte tú con ella si tanto te gusta! — Escupió.

—¡No seas estúpido, Leonard!, tener una Luna es una cuestión política, y tener una amante en tu cama cuando quieras, es una cuestión de deseo e incluso de poder, ¡No arruines tu brillante futuro como Alfa de Sombra de Luna por una esclava que ni siquiera vale la pena!

—¿Cómo sabes que ella no lo vale? — Leo lo enfrentó atravesándolo con la mirada y Rob supo que debía optar por otra solución o todo se le saldría de las manos.

—¡Porque es mi pe*rra personal, por eso! — Mintió descaradamente hiriendo el corazón de su hermano en lo más profundo, mientras sentía enorme satisfacción al ver que Leo tragaba grueso y temblaba de la ira.

Rob vivía lleno de resentimiento porque lo habían casado con Miara por conveniencia, no había encontrado a su Mate todavía, y sentía que su vida estaba incompleta, y ver pasar a su hermano, el “perfecto” por la misma situación, le daba gusto, no sería el único con la vida a medias, ¡Si él no podía tener a su Mate, Leo tampoco la tendría!

Miara entró en la cocina seguida de Tracy, que hacía más de una mueca intentando llamar desesperadamente la atención de Leonard sobre ella, no podía perder la oportunidad de casarse con la copia al carbón de su amor platónico, y además asegurarse ser la Luna de una fuerte manada.

—Cuñado, ven a la mesa, el incidente no puede amargarnos la cena, esta es una noche muy especial, y el compromiso entre ustedes dos no puede opacarse por la estupidez de una esclava — Miara dijo con voz melosa —Ven esposo mío, trae a tu hermano, el padre de Tracy está esperando la confirmación de nuestra decisión de esta noche, no es bueno hacerlo esperar.

Rob tomó de nuevo el brazo de su hermano y lo condujo hasta el comedor.

—¡Espera! — Leonard se detuvo y volvió a zafarse del agarre de su gemelo — No es tan fácil, ¡Me he imprimado de ella!

Rob tragó grueso e intentó mantener la postura impasible, aunque estaba que reventaba por dentro, Sienna era suya, y aunque odiaba que fuera una Omega y por eso nunca la haría su Luna, eso no significaba que no pudiera convertirla en su amante.

—¿No hablarás en serio? ¡No puede ser tu Mate, eso es imposible! — Casi ladró.

—¿Y por qué es imposible? ¡Sabes muy bien que no lo escogemos, y tampoco lo controlamos, simplemente sucede! — Alegó Leonard.

—Te acabo de decir que es mi perra, ¿Qué eso no te importa?

—¡No!, sinceramente no me importa, ella no escogió ser una Omega, ni tampoco una esclava, se espera que la vida de una esclava sea dura, y que haga cosas que no quiere, así de simple.

—¿Me estás insinuando que la he forzado a algo?

—¿Yo? ¿Insinuar? ¡No, hermano! Tú acabas de decirlo con todas las letras.

Rob supo en ese momento que solo tenía una salida, usar una artimaña de lo más baja para resolver el pequeño problema que Sienna estaba ocasionando entre los dos hermanos, y entre su casa, los Evans, con la casa de la que provenía Tracy, los Dymond.

—Ok… ¿Qué tal si nos sentamos y tomamos una copa en mi despacho para hablarlo mejor?, ¡Si después de conversarlo todavía crees que ella es tu Mate, te la entregaré sin ningún problema!, y me encargaré de informar debidamente a Charles Dyamod, el padre de Tracy, ¿Está bien?

Leo lo pensó por un minuto sin apartar la vista de la escalera esperando que la chica se asomara, pero ella estaba demasiado aterrada con todo lo que había sucedido como para prestar debida atención a lo que arriba se “cocinaba” casi en sus narices.

—Vamos hermano, con una copa las cosas serán más claras — Rob terminó por arrastrarlo al despacho — Miara, por favor, encárgate de Tracy, que se cambie de vestido y se sienta cómoda, ambas pueden ir a cenar en privado, debo conversar con mi hermano, ¿Está bien?

—Como digas, cariño.

Rob escribió rápidamente un par de mensajes a su Luna para que supiera el plan y se activara con él.

— Busca la botella del tónico para la memoria, ¡Lo necesito ya! Envía dos copas de whisky en las rocas y pon en una el licor mezclado con el tónico, necesito que Leo olvide las últimas veinticuatro horas, ¡Ahora todo el plan depende solo de ti!

Miara sonrió al ver el mensaje de su marido y Tracy se le quedó mirando.

—¿Qué es tan gracioso? ¿No ves que mi compromiso está a punto de irse por el excusado por culpa de tu esclava?

—Tranquila Tracy, tengo una forma de resolverlo todo, ahora ve a mi habitación y cámbiate eso, tendrás que estar regia, en un rato retomaremos todo este circo y acabarás comprometida con mi lindo cuñadito, solo haz lo que te digo.

Tracy se encogió de hombros y desapareció por las escaleras del segundo piso mientras Miara rebuscaba la estúpida botella en el bar.

—¡Bingo! — Dijo al encontrarla en su lugar, como siempre, era el mejor salvavidas en ocasiones como estas.

Sirvió ambos vasos y ella misma llevó la charola hasta el despacho de Rob.

—¡Ejem! — Se aclaró la garganta — Les he traído un trago mientras conversan — Comentó en tono casual mientras dejaba frente a Leo el vaso con el licor adulterado con el tónico que afectaba la memoria de las últimas veinticuatro horas, y daba en la mano a Rob el whisky común con hielo.

—Los dejaré solos para que hablen, Tracy no se siente muy bien, debo ir con ella.

Leo asintió con la mirada.

—Por favor, Miara, discúlpame con ella, dile que no lo tome como una afrenta, ella y su padre conocen perfectamente nuestra ley con respecto a este tema, no es algo que podamos decidir.

—Lo sé, y ella también, no te preocupes, todo estará bien — Dijo la última frase cargada de significado para Rob, mientras lanzaba una mirada al vaso de Leo, haciéndole entender qué estaba hecho.

Leo apuró un trago y luego otro tratando de aliviar la resequedad en su garganta.

—¿Qué es esto? — dijo mirando en el interior del vaso y notando un residuo oscuro en el fondo — ¿Qué me has hecho Rob?

—Nada Hermano, es el cansancio, anda, vuelve a sentarte — Tomandolo del brazo y volviendo a influir sobre sus emociones con mucha más libertad que antes, haciendo que se borraran por completo aquellas realconadas con la Omega.

Leo intentó fijar la vista en un punto para enfocar, pero fue imposible, su mirada nublada le impedía ver hacia donde se dirigía.

Dio un par de pasos hacia adelante estirando las manos para ubicarse en el espacio, pero el mareo y una terrible jaqueca se apoderaron de él de forma tan fuerte, que cuando quiso comenzar a caminar de nuevo sus piernas no le respondieron y se desplomó en el suelo sobre la alfombra del despacho.

El sábado había llegado con el vigésimo cumpleaños de Sienna. La chica se detuvo frente al espejo y se miró en el reflejo.

—Hoy es el día de la verdad, es tu última oportunidad de ser libre, si logras que tu lobo ascienda podrás dejar este horrible lugar, si no lo logras… será mejor que te prepares para lo que viene — Se dijo con expresión madura y resignada.

La casa amaneció en medio de ruidos, el aroma de la cocina hizo retorcer su estómago, desde el incidente de la cena no probaba bocado, y ya habían pasado dos días.

Supuso que Rob había arreglado el compromiso de su hermano con Tracy. Sacudió la cabeza para dejar de pensar en ello y agudizó el oído, el sonido de la marcha nupcial se escuchó fuerte y claro, y a Sienna se le hizo un nudo en la garganta, una melodía hermosa que jamás se tocaría en su honor, porque alguien como ella no tenía derecho a casarse.

Leonard esperaba de pie junto al altar, vestido con un traje de cinco mil dólares que sentía como si fuera prestado y le apretara por todas partes.

Había aceptado contraer matrimonio con Tracy sin saber exactamente como, tal vez debido a lo que se esperaba de él como Alfa, pero no estaba feliz.

Y no porque la chica no fuera linda, sino porque en su interior sentía que algo le faltaba, era como si hubiera encontrado algo en extremo valioso y luego lo hubiera perdido, pero ¿Qué era lo que había perdido y le causaba esa sensación de vacío tan inmenso en el pecho?

Cerró los ojos tratando de recordar, había lago en su mente que lo estaba bloqueando, como una bruma espesa que no lo dejaba avanzar, solo sabía que en una cena junto a su hermano habían llegado a un trato para que Tracy fuera su Luna, pero todo carecía de sentimiento, de emoción, como si una marioneta hubiera decidido por él.

Sacudió la cabeza para poner en orden sus pensamientos, pero la bruma seguía ahí, inundándolo todo, pensó que serían solo los nervios del compromiso que estaba a punto de asumir, e intentó relajarse.

Tracy levantó la barbilla y dio el primer paso hacia el altar, y en cuanto esto sucedió, Miara avanzó para tomar su lugar entre los asistentes, pero Robert ya se había escabullido directo al sótano.

La puerta se abrió y Rob apareció con una sucia intención en su cabeza, la sonrisa lujuriosa lo delató haciendo que Sienna se replegara contra la pared.

—¿Qué haces aquí? — Ella lanzó tratando de controlar el temblor en su voz.

—Te dije que te visitaría en cuanto mi mujer estuviera ocupada…

Sienna tragó grueso y su respiración comenzó a acelerarse.

—¡Eso es! Así es como te quiero Sienna, ¡Vamos! Quiero oler tu miedo crudo, cada gota de él traspirando a través de tu piel, no sabes cómo me aco*jona.

—¡Vete! Por favor! — Ella rogó, y Leo, que estaba de pie en el altar esperando a su prometida sintió un fuerte dolor en el pecho, como si una daga lo atravesara de un lado a otro.

El Alfa Leo se llevó la mano al centro del pecho haciendo presión para calmar el dolor que no era físico, no exactamente, era algo más profundo, como si alguien unido a él necesitara de su ayuda, como una terrible premonición difícil de explicar.

En el sótano, Rob lanzó a Sienna contra la pared manteniéndola inmóvil con los brazos sujetos sobre su cabeza, mientras con su otra mano invadía toda su intimidad y destrozaba su ropa.

La chica gritó de terror implorando piedad, pero el alto volumen de la marcha nupcial acalló sus gritos sin que nadie pudiera escuchar su lucha desesperada, mientras el dolor en el pecho del Alfa Leonard se hacía cada vez más intenso, como si le arrancaran el corazón de un tajo.

Sigue leyendo este libro gratis
Escanea el código para descargar la APP
Explora y lee buenas novelas sin costo
Miles de novelas gratis en BueNovela. ¡Descarga y lee en cualquier momento!
Lee libros gratis en la app
Escanea el código para leer en la APP