—Esto es oro puro —susurra mi hermana, dándole un trago a su copa de vino mientras saca una captura de pantalla de un chisme en su teléfono.
Fran nos mira desde la cocina, preparando un whisky para él y sirviéndome una cerveza. Estamos esparcidos por la sala, devorando una pizza después de pedir a domicilio. Estoy cansada, no solo por un día de mierda, sino por las pastillas de la ansiedad.
—¿Qué es lo que miras? —le pregunto a mi hermana, fingiendo interés.
—Sasha y Curtis van a tener otro bebé —comenta emocionada, ya pensando en la fiesta. Fran y yo fingimos que nos importan los chismes de sus amigos, solo porque sabemos que eso la hace feliz.
Fran, como siempre, me rescata. —Lauren, ¿a ti qué tal te fue? No has dicho nada desde que llegaste.
Acepto la cerveza y me armo de valor. —Bueno, el bufete es maravilloso y hay mucho que aprender… —comienzo, pero voy directo al grano. —Pero Brent llevó a Gloria, la zorra con la que me engañó, así que ahora estamos atrapados los tres juntos.
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