Especial día de las madres p1
Por Adam Scott
Se preguntarán ¿qué hago yo escribiendo sobre el día de las madres si no soy el festejado? Bueno, la misma pregunta me hago yo.
Ah... la realidad es que este año estoy en un serio aprieto y es que no se me ocurre nada, pero nada para regalarle a la culpable de esta celebración. Y miren que he intentado buscar algo especial. Llevo casi dos meses en el intento, pero el primero se fue como si nada en san Valentín. Donde le regalé con tanto amor un nuevo dije para su hermosa pulsera y, al parecer lo encontró poco porque me lo devolvió con uno de los mejores regalos de la vida, una primera edición del Príncipe de Macchiavello como mi regalo de San Valentín. ¿Cómo m****a lo hacía para dar en el clavo a mis gustos y yo nunca atinarle a nada? Ese era uno de los enigmas más grandes que en estos casi veinte años juntos aún no lograba dilucidar. Es que Blue, le atinaba de una manera perfecta a cada regalo que me daba en el momento justo. Por mí solo regalaría tarjetas con una buena suma de dinero en cualquier festividad y ella... Ella va y me regala un chaleco tejido por sus hermosas manos. Ella escogía una hermosa corbata para mi cumpleaños y yo le regalaba un viaje en crucero a las Maldivas. ¿Chocolates? Más de alguna vez le regalé de su tienda favorita y ella ¿qué hacía? Aprendía a hurtadillas repostería y me los preparaba. Yo era práctico, ella era compleja... Por eso, esta semana se iba a transformar en una seguidilla de actos previos para celebrar a mi cielo. Y así fue que se me ocurrió la genial idea de hacerle llegar un regalo cada día antes del domingo, algo así como un calendario de adviento pero sin la natividad de por medio y, con eso celebrar a la hermosa mujer que me había dado cinco hijos y me hizo recuperar a esos dos que ya tenía, pero que había relegado. Con esa premisa a cuestas, para este trabajo necesitaba de los mejores, así que, en el café frente a mi oficina esperaba a mis secuaces. -¿Me vas a decir qué puede ser de vida o muerte para que me mandaras este mensaje?-bufa el primero en entrar en el café mostrándome su celular como desquiciado. -No creo que sea para nada bueno -Reclama el segundo y se mueve hacia el mostrador para hacer el pedido. -Si mis cálculos son exactos no es otro embarazo-dice el tercero, en cambio el cuarto nos mira analíticamente antes de hablar. -Creo que los tres están equivocados. -¡¿Qué?!- exclaman los tres y yo lo miro desafiante. -No creo que lo conozcas tanto como yo-se jacta el tercero que llegó. -¿Estás engañando a Blue?-pregunta el más idiota de los cuatro. -Eso sería imposible, si Blue se entera se lo corta. Dice el primero que habló al llegar, pero el que lanzó el anzuelo solo niega y esboza un sonrisa de triunfo. -Lo que quieres es hacer algo por el día de las madres ¿O me equivoco? -Tienes razón, pero antes solo quería escuchar la sarta de estupideces que estos tres podrían decir. -Adam... -George, eres el mayor de todos y uno de los que más me conoce y la conoce a ella, es lógico que cualquier cosa que te pida es de vida o muerte tratándose de Blue ¿no? -Pero... -No hay pero que valga, en tu caso Stuart, me impresionas siempre con tus cálculos matemáticos, pero no eres capaz de darte cuenta que estamos a nada del día de las madres, ¿Ya pensaste en que le obsequiaras a Clau? -Bueno... este... yo... -Y tú, Aston ¿Kat no te ha dado luces de qué regalarle a Gypsia? -Ya lo tengo listo, nos iremos una semana a Cancún y tienes razón-dice con suficiencia, aunque baja la cabeza-. Y tienes razón, fue idea de Kat. -Para qué preguntarte a ti, James, me imagino que siendo el único que se dio cuenta ya le tienes preparado algo a Ángeles. -La verdad es que sí y en eso me están apoyando Candela y Mateo más los niños del orfanato y obviamente Jex. -Wow, eres una cajita llena de sorpresas, pelirrojo-le dice Aston, entregándonos el café. -Lo sé, pero bueno ¿Para qué nos quieres?-recibe su vaso y lo huele-delicioso, gracias Aston. -Necesito buenas ideas y que sean a lo menos siete. -¿Y por qué siete? -Una para cada día hasta el domingo ¿Me equivoco en algo? -En nada, James, en nada. -Entonces, si eres tan sabelotodo dinos qué se te ocurre-buja Stuart y yo me muerdo la lengua porque iba a preguntar lo mismo. -Primero Me gustaría saber ¿cuáles son las cosas que le gustan a Blue? -Le gusta leer, la buena música, el buen café, los chocolates, Mmm no tanto las flores y menos las salidas inesperadas. -Descartamos las flores y los viajes, buen punto. Vamos con la segunda pregunta ¿qué le ha regalado el último tiempo? -Para Navidad un viaje de las Maldivas. En San Valentín le hizo una nueva joya para su pulsera y para nuestro aniversario un collar de diamantes. -¿Por qué me imagino que las joyas ya no son de mucho gusto para tu esposa? -Será porque nunca las usa-dice Aston muy seguro-. Es más, creo que con lo único que la veo siempre es con la pulsera. -Por esa misma razón hice el último dije, pero solo lo colocó en la pulsera y listo... Ah y me dio las gracias. -Mmm... -Te La estás pensando mucho O'Connor. -¿Alguna vez la has cocinado? -Eso es imposible hermano, a Adam se le quema hasta el agua. -¡Aston! -Dime que es mentira, hermano y me retracto. Bufo molesto porque Aston tiene la razón, jamás de los jamases he cocinado una comida completa y la única vez que lo intenté Rosita me echó de la casa por dos días. -Entonces necesitamos a alguien más. -¿A quién? -A Gia. Después de tomarnos el café fuimos a la entrada del edificio, dónde nos esperaba Robert, él se estaba haciendo cargo de mi transporte desde que Rubén había perdido a su esposa, ese otro muchacho era uno de los que más me estaba preocupando en este último tiempo y con Blue hemos estado para él y sus hijos. Cuando llegamos al restaurante, de inmediato me acordé de mi viejo Enrico, aunque los años pasen aún extraño sus conversaciones y su manera tan directa de decir las cosas. Por suerte, el lugar se mantenía bien administrado por Lucía y Gia, lo que me reconfortaba, ellas eran dos mujeres excepcionales. -Bienvenidos muchachos ¿Qué los trae por aquí? -nos pregunta Lucía, saludándonos con un abrazo. -Necesitamos a Gia. La susodicha sale de la cocina con el delantal lleno de harina como ese viejo. -Señores, que placer verlos aquí. -La verdad venimos por unas clases necesitamos aprender a cocinar rápido, delicioso y muy significativo. -Wow, señor O'Connor eso es demasiado específico, pero me gusta. Vengan, sáquense las chaquetas y acompáñenme a la cocina. Y eso hicimos, mientras me arremangaba la camisa pensaba si esta sorpresa le iba a gustar a mi Blue y esperaba de todo corazón que sí funcionara. Después de haber quemado la segunda pizza Gia no soportó y nos obligó a hacer masa para la pasta. Así el primer intento de regalo fueron unos ñoquis con pesto. Llegué con mi obra de arte a la oficina y entré en su oficina. -¿Y eso? -Tu almuerzo -me encogí de hombros y ordené las cosas en la mesita que tiene frente a los sofás -. Ven, mujer. No está envenenado. -Si es de Enrico's jamás estará envenenado, Adam. Ríe, mientras se sienta a mi lado en el sillón, toma uno de los empaques y un tenedor. -Todo por mi bella esposa. Probó el primer bocado y cerró los ojos, arrugó la nariz y se me hizo un nudo en el estómago. -Está muy bueno... un poquito salado, pero bueno ¿Gia está con licencia? -Oh, no, no, no. Está dándole la oportunidad a sus muchachos para nuevas recetas. -¡Qué bien! Eso es bueno-dice dando otro bocado y ahí aprovecho de comer yo y m****a, tenia razón, me quedó salado. Los siguientes días iba a mediodía al restaurante y preparaba una nueva receta, ya no se me quemaba el agua y me preocupaba de que cada comida quedara sin tanta sal. Blue probaba cada comida y su rostro iba cambiando cada día dándole su visto bueno al nuevo cocinero de Enrico's. -Seria buena idea que fuéramos a comer el fin de semana y agradecerle al nuevo cocinero. Me dice el viernes mientras come sus sorrentinos y yo que ya estaba pensando en el almuerzo que le prepararía el domingo. -Podría ser y si mejor vamos el domingo, así dejamos descansar a Norita y aprovechamos de llevar a los niños. -Aww, como cuándo íbamos a ver a mi viejito. Estoy absolutamente de acuerdo con tu propuesta. -Pues, que no se diga más, les avisaré a todos que el domingo en vez de la barbacoa familiar iremos al restaurante. -Me parece perfecto. Ahora sí que estaba frito ¿Cómo iba a ser capaz de preparar tanta comida para el domingo si con suerte le había cocinado un mísero plato todos estos días? -¿Algún problema, amor? -No, nada.