EXTRA 4

Especial día de las madres p2

Por Blue Scott Soré

Dos dias atrás...

-Me puedes decir ¿por qué nos mandaste este mensaje de S.O.S?-pregunta Gypsia entrando como un vendaval a mi oficina junto a Claudia, Rosita y Ángeles.

-Si realmente supiera lo que pasa no las estaría invocando.

-Explícanos entonces, Blue.

-Es que Adam está...

-Está ¿Qué?

-Extraño...

-¿Cómo extraño? ¿De esos que no llega a casa por las noches o de esos que no te hacen cosquillas porque están necesitando esa pastillita azul?

-¡Claudia!

-Entonces ¿Cómo, Blue? Necesitamos entender qué es lo que piensa tu cabecita loca.

-Si me dejan explicarles...

-Silencio, mujeres que mi mamá está que arde.

-¡Alma!

-Las escuchamos desde afuera, perdón suegra.

-¿Falta alguien más?

-Nosotras, Blue, pero fue sin querer queriendo que escuchamos-dice Shannon entrando junto a Louise.

-Cierren la puerta y acomódense, que esto dará para largo.

Y así parto mi triste historia, contándoles que Adam se desaparece todos los días alrededor de las doce y vuelve justo a las dos con una bolsa de Enrico's como si con eso pudiera liberar la falta que ha cometido...

-¿Lo que estás tratando de decirnos mami es que papá tiene una aventura?

-No lo sé, hija, pero ¿qué otra cosa puede ser?

Tu papá desde que se está dedicando a la fundación pasa cada día menos acá en la oficina y no vamos a decir que está todo el día en casa. Son muchas horas que no sé en qué está.

-No creo que sea eso que dicen ustedes, los adultos son tan extraños-todas se dan vuelta al escuchar la vocecita de Louise que está con el ceño fruncido y su índice golpeando su mentón.

-Cariño, a veces los adultos hacen cosas extrañas, es de su esencia.

-Como tú que se escapa de mi papito como si fuera la peste ¿no?

-Algo así, querida, pero yo pienso muy parecido a ti -ahora es Ángeles la que habla y se dirige a mí -. Aunque conozco menos a Adam de lo que lo conoces tú, creo que ese hombre jamás, pero de los jamases te engañaría. Debe ser otra cosa la que le pasa ¿Estará enfermo? 

-¡No! Mis hijos me lo dirían.

-¿Y si él les ha pedido que te guarden el secreto? 

-No lo creo, Bruno ya habría venido con el chisme. 

Todas se ríen de la broma que lanza Alma, pero a mí no me parece nada descabellado.

-Saben algo...

-¿Qué cosa Rosita?

-George anda igual que Adam, ya lleva tres días desapareciendo a media mañana y apareciendo como si nada sin ganas de almorzar.

-¿Ustedes creen que Aston anda por las mismas? Con él es difícil porque sale temprano y no nos vemos hasta la cena.

-Lo mejor sería que los chicos los vigilaran-dice muy seria Claudia.

-¡Qué vergüenza! No quiero pedirle a uno de ellos que siga a mi marido.

-Pues si no lo haces tú, se los pediré yo.

-¡Alma!

-Mira mamá, si quieres averiguar qué es lo que anda haciendo don Adam Scott esa es la mejor solución...

Y así lo hacemos, llamo a Robert, el chofer y guardaespaldas que se encarga de la seguridad de mí marido y el pobre no sabe dónde meterse. Definitivamente, sabe algo...

-Sé que eres cien por ciento confiable y que puedo pedirte esta misión, Robert.

-Pero jefa, sabe que lo que me está pidiendo es demasiado ¿no?

-Y como soy tu jefa lo harás.

Llega el viernes y mi adorado esposo llega con una nueva bolsa de Enrico's. Algo esta vez en su semblante me dice que se siente arrepentido porque cuando le digo que sería lindo pasar el domingo en el restaurante acepta renuente. Así que trato de sacarle mentira de verdad.

-¿Algún problema, amor?

-No, nada. Haré ahora mismo la reservación con Julia, con la cantidad de personas que somos llenaremos el restaurante.

Y sale de mi oficina, perdiéndose toda la tarde.

A eso de las seis aparece Robert con el semblante pálido como el papel de arroz y resignado a decirme qué ha investigado.

-Jefa...

-Suelta todo, Robert.

-El señor sale de la casa todas las mañanas y pasa a la fundación donde trabaja hasta las once, luego lo llevo a-suspira y niega-, lo siento jefa, no lo puedo traicionar, pero le juro que no es nada malo.

-¡Robert!

-Si quiere despedirme, mejor le doy mi renuncia.

-No sigas, mejor vete antes que te haga caso.

Me muerdo la lengua y las ganas de querer matar a alguien y tomo mis cosas para irme a casa.

El sábado pasa como si nada malo estuviera sucediendo, pero nuevamente Adam se desaparece a mediodía. Según él tenía cosas que hacer en el duomo, por lo que llamo a Thomas y este me contesta que no está ahí ese día, pero que puedo llamar a Gio para saber si mi marido está ahí. 

-Me doy por vencida.

-¿Qué te pasa mamá?

-Nada, Mel. Es solo que tú papá anda un tanto extraño.

-Debe ser porque ya está senil, mami. El pobre está viejito ya.

-Sí, claro. Debe ser eso.

Sigo con mis cosas y preparo la deposición que tengo para el lunes, el sueño me vence y me quedo dormida sobre el escritorio...

-Ay mi cielo, siempre trabajando hasta tarde.

Unos brazos me levantan y acomodo mi cuerpo sobre el pecho que me acuna, me siento bien con ese aroma tan familiar y me dejo llevar donde sea que me lleve.

A las nueve de la mañana, entran mis hijos felices a la habitación, ni cuenta me di cuando llegué hasta aquí, pero los besos y abrazos de mis hijos y mis nietos me despiertan.

-¡Feliz día, mamá!

-¿Y Adam?

-Lo vi salir temprano, creo que debe andar buscando el mejor regalo, ha estado como los demonios pensando en qué regalarte-Dice Ethan, sentándose a mi lado.

-¿En serio qué es eso? ¿no está enfermo?

-Para nada, mamá. Adam Scott tiene la salud de un roble, te lo prometo-me responde Val.

-Entonces si me engaña-digo bajito.

-¿De qué hablas?

-De nada, mi príncipe. Estupideces de vieja mañosa, ahora, entréguenme mis regalos.

Recibo muchos chocolates, dos pañuelos para mi colección y cientos de dibujos de los más pequeños, mis hijas y mi nuera también son festejadas con hermosos regalos y mis hijos preparan el desayuno.

A eso de las once, un mensaje en mi teléfono me deja sin aliento.

"Jefa, esto será lo primero y lo último que haré para sacarla de la duda"

Junto al mensaje hay una foto de mi marido entrando al restaurante junto a Aston, Stuart, James y George.

De inmediato reenvío el mensaje a las chicas que me responden que les pasó lo mismo, sus maridos desaparecieron temprano de casa, pero por lo menos a ellas si las saludaron.

Me visto rápido y no espero a nadie, total todos saben que a la una deben estar ahí.

Agustín me mira con cara de yo no hice nada y le bramo para que me lleve al restaurante.

Cuando estamos en la puerta, me muerdo las uñas y entro sin pensar en nada.

-¡Blue!

-¡¿Dónde está?!

-¿De quién hablas?

-Vamos Lucia dime ¿Dónde se esconde ese infiel?

-¿Cielo?

Y ahí se me cae la cara de vergüenza al verlo a él, con un delantal blanco y la cara llena de harina.

-A... Adam...

-¿Quién fue el que te lo dijo?

-Na... nadie, es que yo...

-¡Blue Scott Soré! 

-Perdón, es que yo pensé que...

-¿Qué te estaba siendo infiel? ¡Por dios, mujer! ¿Qué voy a hacer contigo?

Se acerca a mí con ese caminar arrollador que me desarma y me abraza dejándome completamente llena de harina.

-Quería hacer algo especial y lo he estado probando todos estos días contigo-dice, limpiando una estúpida lagrima que cae por mi cara-, pero veo que la señora ya anduvo pensando mal.

-Es que estabas tan raro y no sabía porqué, hasta pensé que estabas enfermo y que no me lo querías decir.

-Pues no, pero ven, sígueme, necesitamos ayuda.

Me toma de la mano y me lleva a la cocina donde están todos los demás junto a Gia cocinando.

-Bienvenida a nuestro taller de cocina, Blue.

Me saluda Gia dándome un beso y un abrazo.

-Así que estaban en esto...

-Sí, cuñis. Y te diré que mi esposa anda igual que tú pensando estupideces.

-Imagínate a la mía -dice George riéndose a carcajadas.

-Pues dejen ya el drama y terminemos esto que los comensales deben estar por llegar.

-¿Dónde están?-grita Gypsia y a mí se me vuelve a caer la cara de vergüenza.

-¡Acá adentro, amor!

-¡Madre santa, acabo de mundo!-exclama Rosita al vernos a todos.

-Adiós a la sorpresa del día de las madres.

-¡Stuart!

No me queda más que largarme a reír, al final la sorpresa se había echado a perder por una estupidez, pero teníamos a unos esposos demasiado comprensivos que lo único que hacen es reír junto conmigo.

Justo a la una empieza a llegar el familión y los chicos se ríen de nosotras por haber pensado que estos viejos nos podrían haber estado engañando.

-¡Se los dije!-nos recuerda Louise chocando las manos con Ángeles que está toda risueña con Mateo en sus brazos y a mí no me queda más que asentir.

Este día de las madres me reafirmaba algo, nunca se sabe qué va a pasar cuándo mi hermoso ogro y sexi gruñón esposo quiere hacer algo sin decírmelo, porque cuando me entero me deja con la boca abierta.

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