Aitana
La niebla densa del cementerio se convirtió en un escenario de triple amenaza. Marcus Sinclair, mi suegro/padre biológico, era un coronel de la KGB. Arturo Belmonte, el traidor corporativo, había regresado en busca de la "Joya de la Corona" (la patente B5 que creía que Sebastián había recuperado). Y entre ellos, Sebastián y yo, con la única arma real: la memoria USB con la identidad secreta de Marcus.
Arturo avanzó hacia nosotros, sus ojos fijos en Sebastián, sin importarle la presencia de Marcus.
—¡Me humillaste, Sebastián! ¡Me exiliaste por ese ruso!
—¡Arturo, él no es ruso, es Alexander Volkov, un espía de la KGB! ¡Y él es mi padre biológico! —gritó Sebastián.
Arturo se detuvo en seco, el shock transformó su expresión de rabia en incredulidad.
—¿Volkov? ¿El socio que me vendió el Procesador B5? ¡Ese era su verdadero nombre! ¡Y es tu... tu padre!
Marcus Sinclair, alias Volkov, aprovechó la distracción para avanzar hacia nosotros con una velocidad escalofriante, flanqueado por