Sebastian

El tiempo se agotaba. Teníamos menos de veinticuatro horas antes de que Marcus Sinclair revelara la verdad sobre mi linaje y la patente B5, pulverizando a Belmonte Corp. La única esperanza residía en el cementerio, en la posibilidad de que Mario Durán hubiera ocultado una prueba de chantaje contra Marcus.

—¿Por qué la cripta de Saint-Louis? —pregunté a Aitana, mientras conducíamos a toda velocidad de regreso a la ciudad.

—Piensa como Mario Durán. Un espía traicionado. La cripta es el lugar más seguro e irónico. Todos los Belmonte traidores están enterrados allí. Es el lugar perfecto para guardar un seguro de vida contra el verdadero enemigo de Belmonte.

—Pero ¿cómo pudo Mario acceder a la cripta? Es privada.

—No a la cripta de los Belmonte. A la que está al lado. La cripta de los fundadores de la Corporación Ferrer. La familia de mi abuelo.

La genialidad de Mario Durán era escalofriante. Usar el secreto de una familia rival para esconder un arma contra un tercero.

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