Elena, Darek, Lucía y Amadeo avanzaron con paso firme entre árboles centenarios cuyas raíces parecían sujetar la misma historia del mundo. El suelo bajo sus pies era firme, cubierto de musgo y hojas que amortiguaban sus pisadas.
El aire olía a tierra húmeda y a piedra antigua, y un silencio profundo los envolvía, como si el bosque mismo los aguardara con paciencia.De pronto, un leve temblor sacudió el suelo y una voz profunda emergió desde la roca y las raíces.—¿Porque perturban mi reino? —retumbó la voz, cargada de poder y calma ancestral.Frente a ellos, de entre una formación rocosa cubierta de enredaderas, emergió una figura majestuosa. Su piel tenía la textura de la corteza y su cabello parecía estar hecho de hojas y líquenes.—Soy Terra, elemental de la tierra —dijo con voz grave—. La fortaleza y la paciencia son las virtudes de mi dominio. ¿Qué buscan en el corazón de mi reino?Elena dio un paso al frente, con la determi