Elena dio el primer paso… y el bosque la aceptó. Darek y Aren la siguieron, aunque sintieron en la piel que algo los examinaba, como si el bosque los midiera antes de decidir si eran dignos de estar allí.
Avanzaron en silencio hasta llegar a un claro donde los árboles formaban un círculo perfecto, entrelazados con enredaderas plateadas y flores que brillaban con una luz que no venía del sol. En el centro, sentada sobre un trono tallado en cristal viviente, los esperaba una mujer de ojos azules muy intensos: la Reina.
—Bruja del Velo —dijo, con una voz que parecía venir de dentro de las hojas—. Guardianes de caminos perdidos… ¿Por qué cruzáis el umbral?
Elena se adelantó un paso.
—Venimos a pedir vuestra alianza. La oscuridad que se alzó una vez, vuelve a crecer. Necesitamos unir a las especies para cerrar el Velo de nuevo.
La Reina ladeó el rostro.
—Las palabras suenan bellas… pero la armonía no se recupera con discursos. Nuestra confianza no se da, se gana.
—¿Qué quieres que hagamos