Elena sintió el cambio antes de que el portal se cerrara del todo.
Un cosquilleo en la nuca. Como si una parte del mundo se hubiera alejado.
Darek entró en la sala donde ella sostenía a Eidan.
—¿Qué pasó?
—Kael y Sareth activaron el plano. Y no volvieron.
Darek frunció el ceño.
—¿Cómo que no volvieron?
—Se quedaron dentro.
—¿Por qué harían eso?
—Para protegerlo desde ahí.
Darek caminó hacia la ventana, visiblemente molesto. El cielo estaba gris. Una tormenta se avecinaba. Pero no era solo eso. Lo que se venía no era natural.
—¿Sabés qué creo? —dijo—. Que no puedes confiar en nadie por completo. Ni siquiera en los que juran protegerte.
Elena lo miró, herida.
—¿Estás hablando de Kael?
—Estoy hablando de todos. Incluyéndome.
Se dio vuelta, y por primera vez, la mirada que le dio no fue de reproche. Fue de miedo.
—No sé si vamos a sobrevivir a esto.
Elena bajó la vista hacia Eidan.
—Él lo hará.
—¿Y si Nyara ya encontró otra grieta? ¿Y si la visión que te mostró… no era solo una mentira?
—