Tabar sintió una repentina adrenalina al tener entre sus manos aquella pieza de información que hasta entonces ignoraba. Ni siquiera se había detenido a pensar que el elixir podía afectar de igual forma a él que a Zarah. Y si bien comenzó a buscar en su mente alguna forma de usar la vulnerabilidad de su esposa a su favor, vengarse de su artimaña, pronto se dio cuenta que no tenía mucho uso para darle a aquel elixir ¿Qué podía preguntar que no supiera ya? Sólo una pregunta cruzó sus pensamientos más la desterró de inmediato.
Se quedaron en silencio unos momentos, sentados junto al fuego crepitante, midiendo sus intenciones como dos bestias en la oscuridad, sin saber quién atacará primero a la otra. La tensión crecía hasta el punto de asfixiarlos. Zarah se levantó de pronto, movida por el nerviosismo. Sirvió dos copas de vino y sin mediar palabra le extendió una. Tabar fijó su mirada en el líquido granate que bailaba entre las paredes de plata de la copa, intentando fingir una tranquil