Irina se sentía incómoda, pidió a las niñeras que se hicieran cargo de su pequeña hija, atravesó aquel pasillo y fue en búsqueda de su tía; al llegar a su habitación estiró el brazo y abrió la puerta, al conectar la mirada con su tía ella simplemente abrió los ojos y con un gesto le indicó que se retirara.
—Es una noche bastante lluviosa, sabía que tampoco podías dormir, hay cientos de cosas en mi cabeza que muy seguramente tú podrás contestar, ven conmigo a nuestra habitación y acompáñanos mientras que bebemos una bebida caliente —habló Irina tranquilamente, pero Alexandra negó con su cabeza.
»No me digas que el sonido de la lluvia y de los truenos te tienen asustada de esta manera —Irina sonrío de medio lado, pero su tía con la mirada la quería poner al tanto de lo que estaba sucediendo en el interior de su habitación.
»Quizá no sea lo correcto, pero luego de pensar en repetidas ocasiones creo que Vera necesita la compañía de su padre, no será por gusto propio, pero mañana la pie