Anya quedó encantada de pasar un rato con alguien. Mientras iba de camino a la empresa, le mandó un par de mensajes a su hijo para saber cómo estaba. En cuanto pusieron un pie dentro, pareció que todo se detuvo debido a que las contemplaron. Anya pasó saliva en seco al ver que Zair paralizó las funciones de la empresa solo por ella.
—¿Se puede saber en dónde te encontrabas? —La agarró del brazo y la llevó al elevador—. Toma el otro, Jessica.
—Ella fue conmigo a comer…
—Se supone que ya habían comido —bramó Zair—. Toma el otro. No me hagas volver a repetirlo.
—Estaré bien —le gesticuló a Jessica—. No te preocupes.
—¿Por qué saliste? —le inquirió Zair en el momento en que entraron al elevador—. ¿Piensas que puedes dejarme por el simple hecho de que quieras hacerlo?
—No dije en ningún momento que te dejaría o que me iría de la empresa. —Se pegó a la pared—. Me estás asustando.
—¿Ahora te estoy asustando? —preguntó burlón—. Te fuiste de aquí como si nada, algo que no debiste hacer.
—Fue