Anya se dejó caer en la silla sin saber qué más hacer. Zair estaba decidido a tenerla con él en contra de su voluntad. No podía permitirlo. Eso ya sobrepasaba los límites. Ya tenía que vivir con el remordimiento de que su hijo no pudiera pasar tiempo con su padre. Ella era una adulta y, por supuesto, no tendría que estar viviendo con los pecados de las personas. Sacudió la cabeza y fue hacia el sofá, en donde se quitó los zapatos, se acomodó y miró hacia los demás edificios. Era una hermosa vista, nada comparado a lo que siempre veía en su casa o cuando iba a trabajar. Le gustaba ese ventanal.
—Anya —Jessica entró a su oficina—, ¿quieres ir a comer afuera? —Asintió sin pensarlo dos veces—. Vamos, te llevaré a un buen lugar para comer.
—Gracias. Ya quiero salir de este sitio. —Se colocó los zapatos de nuevo—. ¿Zair se encuentra aquí?
—No, salió a una reunión para una empresa que quiere comprar. —Se hizo a un lado para que pasara—. Ya se anda diciendo que te irás de la empresa, así que