BLAIREn medio de un día de trabajo duro, recibí un mensaje de Dom que me sacó una sonrisita: «¿Estás libre en la tarde? Vayamos a cenar a un lugar bonito».Por supuesto que le dije que sí y seguí con lo mío. Cerca de las seis me acerqué al aparcamiento y lo encontré esperándome cerca de la salida con una sonrisa. Toda la empresa sabía que estábamos saliendo, pero manteníamos una sana distancia en el entorno laboral.—Buenas tardes, señorita Blair. ¿Nos vamos?Me tendió la mano y no pude evitar mirarlo con curiosidad.—¿Por qué estás tan animado? —inquirí y la tomé.Ambos caminamos por el aparcamiento, rumbo a su auto, y suspiró.—Solo estoy contento de salir con mi novia, ¿no puedo? Hice una reservación en un lugar bonito con buena comida. —Sonrió y apretó mi mano.Demasiado afable. Era una locura.Me abrió la puerta del auto y entré curiosa. Lo rodeó y, mientras lo veía con una sonrisa, me di cuenta de que Benjamin se acercaba a su propio vehículo, y por supuesto que nos vio. Yo fin
BLAIREn medio del paraíso de la negrura en el que me envolví, sentía que flotaba en medio de la nada, como si estuviera en control de mi ser, tanto que dejé de sentir sus caricias y solo estuve yo.—¿Puedes ir al pasado ahora? —escuché una voz algo lejana y me di cuenta de que era Dominik.—Sí.—Entonces piensa un poco en tu cumpleaños número quince. ¿Qué hiciste ese día?No fue como en las películas. Mi realidad no se trasladó de inmediato ahí, sino que seguí en el mismo espacio negro, pero me encontré accediendo con claridad a mis memorias.—Me bebí dos cervezas en casa de Grace. Se las robamos a su padre… Sabían asqueroso, pero las tomamos igual.—¿Te sentiste mal luego?—Vomité. No volví a beber cerveza desde entonces. Hasta hace poco.El silencio invadió nuestra comunicación, y comencé a sentir de nuevo un ligero masaje.—Y qué pasó en tu cumpleaños número trece?—Fue el primero sin mamá y papá. Me quedé en mi cuarto, no quería hablar con nadie y ni siquiera fui a la escuela. Pe
DOMINIKPara ser franco, de verdad franco, nunca había tenido sexo con nadie de la forma en la que lo acababa de hacer en la vida, y sabía que eso era un problema. ¿Pasión? ¿Lealtad? ¿Cariño? ¿Afecto real? ¿Una mentira? Miles de cosas rondaban mi cabeza, pero por alguna razón todo eso se fue a la mierda apenas verla.Ella dormía profundamente, como una soldado tras terminar una faena agotadora. Y vaya que nos habíamos divertido. Yo mismo estaba muy pegostoso y maloliente, pero no tenía ni las más mínimas ganas de ducharme.El cuarto olía a sexo y una sonrisa boba pintó mis labios.Espera, no. No podía sentirme así, no había venido a este lugar a encapricharme con nadie, mucho menos a tener un romance, pero era solo verla y que todo eso se fuera al carajo. ¿Por qué demonios me pasaba esto a mí?Solté un fuerte suspiro y ladeé la cabeza. En algún momento entre la conveniencia y las ganas de fastidiarla se me metió entre ceja y ceja, y ahora parecía tener el mando de mi racionalidad.¿A
BLAIRDespertar junto a la persona de la que estabas enamorada era… diferente, bastante diferente a cualquier cosa que hubiera experimentado antes.Y sí, solía estar enamorada de Benjamin, de alguna manera sabía que así era, porque estuve dispuesta a aceptar su propuesta a pesar de todos los puntos rojos que él tenía. Para ser franca, ¿por qué acepté casarme con ese idiota? Quizá porque yo pasaba bastante tiempo fuera y podía hacer la vista gorda de sus defectos.Ah… era una tonta.No, corrección: todavía era una tonta.Me removí, abrazada por aquel hombre, y los recuerdos de la noche anterior me llenaron. Poco venía a mi mente de aquellas palabras, de lo que vi en el fondo de mi ser, y mucho más de la pasión con la que ambos nos entregamos. ¿Eso tenía el mismo significado para mí que para él? Quién sabe. Por ahora no quería saberlo, solo deseaba disfrutar el momento.—Buenos días, Isi —murmuró con voz ronca, y detecté un cierto aroma a cigarro.—¿Estuviste fumando? —inquirí con el c
BLAIRSolo fui al club a distraerme con mi mejor amiga, pero todo acabó en desastre.Ahí estaba, Benjamin Blackburn, empiernado con aquella muchachita rubia que semanas atrás presentó como su nueva subordinada. Los dos se comían las bocas y se metían mano sin importarles que estuvieran en un lugar público, y se lanzaban miraditas cada que se separaban dos centímetros.Eso por sí mismo no sería malo. Indecente, sí, pero no malo; sin embargo, había un problema: Benjamin era mi prometido.—Blair, ¿ese que está ahí no es Ben…?—Sí, es él —espeté con rabia contenida y apreté el vaso que tenía en la mano—. Ese maldito…—Bueno, ¿qué tal si nos que…?Pero, antes de que Grace pudiera decir nada, salí como alma que lleva el diablo, directo hacia el par y, al llegar junto a ellos, agarré a la mujer del pelo y la tiré a un lado con todas mis fuerzas.—¡¿Así que esta es tu «importante reunión» por la que tenías que hacer horas extras, Ben?!El hombre, un rubio delgado, abrió los ojos de par en par
BLAIREl suave sonido del grupo de jazz que tocaba en vivo llenaba todos los espacios de aquel enorme salón, junto a un persistente aroma a canela que no me molestaba, pero tampoco me parecía lo mejor del mundo.—Blair, ¡qué bueno que llegas!Grace se apareció, vestida de punta en blanco, y abrió los ojos de par en par al verme.—Amiga, ¡te ves estupenda! ¡Pareces una princesa! No… ¡Una Reina! Estás regia como una Reina.Sonreí sin poder evitarlo y no lo negué, pues por primera vez en mucho tiempo me sentía como tal, como una Reina en el centro de todas las miradas.Sacudí apenas la oscura falda de mi vestido, que se ceñía en cintura imperio y escote palabra de honor, y sonreí más.—Siento que hoy me veo muy bien.—¡Lo haces! De seguro conquistarás a todos los hombres. Es buen momento para que pesques a uno de los tantos millonarios que tu abuelo invitó el día de hoy. Estoy segura de que les encantarás.Me llené de orgullo y confianza, pero negué con la cabeza, pues no estaba aquí par
BLAIR Kristen siempre fue una maleducada, y se comportaba de la peor forma en los momentos más inoportunos. No perdí de vista a Dominik, y noté cómo frunció el ceño, medio incrédulo y con desprecio, y negó con la cabeza. —No hace falta, señorita Rymer, mi asistente se ocupará de ayudarme; sin embargo, señor Rymer. —Dirigió su atención hacia mi abuelo y le dio una diligente sonrisa antes de continuar—: De verdad agradezco su preocupación. Este le devolvió la sonrisa y asintió. —Entiendo, señor Engel. —No quiero que piense que es un desplante de mi parte; es solo que prefiero ir a los lugares puntuales con uno de mis empleados. —No se preocupe, puedo entenderlo. A veces los hombres de negocios debemos cuidar muy bien nuestra imagen, en especial si se tienen menos de treinta años y un palmarés como el suyo. Al abuelo le brillaban los ojos con una admiración que pocas veces le había visto, lo que me inquietó; sin embargo, como poco tenía que ver yo con ese hombre y la situación, a
BLAIRSe me enfrió hasta el alma y me aterroricé.Sus manos se apretaron en mi cintura y me pegaron a él; un cierto aroma a canela y algo más llegó a mi nariz y me embriagó, y los recuerdos del pasado volvieron.Él era…—¿Cómo es que tú…?Una siniestra y cínica sonrisa me hizo palidecer, aterida y desenfocada, y tragué con dureza.Era guapo, pero con ese gesto oscuro y malicioso lucía exquisito.¿Por qué a las mujeres solían atraerle los tipos malos?Sin embargo, enseguida despejé mi mente, preguntándome cómo es que ese hombre era el prostituto de la otra vez.—No te creo —espeté, aún bajo el dominio de unas manos que se negaron a soltarme.Y su sonrisa no hizo más que crecer.—¿Qué tal sigue ese enorme chupetón que me rogaste te hiciera sobre el seno derecho? —cuestionó con malicia y total conocimiento de causa.En ese momento me morí y volví a la vida. Perdí el balance, y de no ser por él, que me sostuvo y apretujó contra su cuerpo, habría caído.Puse las manos en su pecho y mi memo