Tras encontrar a su novio con otra, Blair se ve obligada a asistir a una fiesta familiar donde conoce a Dominik Engel, un millonario alemán nuevo en la ciudad con el que se lleva mal desde el segundo uno. Cuando termina trabajando en la empresa de recién llegado, su abuelo ve la oportunidad perfecta para hacer crecer su imperio, y la amenaza con quitarle su herencia y dejarla en la calle si no lo enreda, lo conquista y lo lleva a la familia Rymer. Ella accede al no quedarle de otra, pero es enseguida descubierta por el empresario quien, sin embargo, accede a convertirla en su «futura falsa esposa», aparentemente sin pedir nada a cambio. Sin ninguna otra salida posible, Blair acepta, sin saber que esa decisión marcará su destino de por vida, pues Dominik no es para nada quien aparenta.
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Solo fui al club a distraerme con mi mejor amiga, pero todo acabó en desastre.
Ahí estaba, Benjamin Blackburn, empiernado con aquella muchachita rubia que semanas atrás presentó como su nueva subordinada. Los dos se comían las bocas y se metían mano sin importarles que estuvieran en un lugar público, y se lanzaban miraditas cada que se separaban dos centímetros.
Eso por sí mismo no sería malo. Indecente, sí, pero no malo; sin embargo, había un problema: Benjamin era mi prometido.
—Blair, ¿ese que está ahí no es Ben…?
—Sí, es él —espeté con rabia contenida y apreté el vaso que tenía en la mano—. Ese maldito…
—Bueno, ¿qué tal si nos que…?
Pero, antes de que Grace pudiera decir nada, salí como alma que lleva el diablo, directo hacia el par y, al llegar junto a ellos, agarré a la mujer del pelo y la tiré a un lado con todas mis fuerzas.
—¡¿Así que esta es tu «importante reunión» por la que tenías que hacer horas extras, Ben?!
El hombre, un rubio delgado, abrió los ojos de par en par, asustado.
—Blair, no es…
—¡Qué te pasa, perra! ¡¿Quién te crees que eres para interrumpirnos, ah?! —chilló la chiquilla a la que había empujado recién, viniéndoseme encima.
Pero la volví a empujar con gesto furioso.
—¡Soy la m*****a prometida de este desgraciado, ¿te suena?! —Miré a un Benjamin que parecía asustado—. O era. Jamás me casaría con un maldito como este.
El corazón se me aceleró y se me fue a la garganta, la cabeza me latía y sentí que todo por dentro se me revolvía.
Alrededor, los clientes del establecimiento oyeron la conmoción y no pudieron evitar curiosear, y algunos incluso empezaron a grabar con sus celulares.
—¡Blair, puedo explicarlo! Hemos bebido, todo es la conmoción del momento. —El maldito se levantó tambaleante, era obvio que tenía más de dos copas encima, y se adelantó para agarrarme por los brazos—. ¡Te amo, Blair, quiero casarme contigo! ¡Esto es…!
Dios, qué asco… ¡Qué asco!
Lo empujé por instinto y le lancé una fuerte bofetada. Agarré el anillo que me había dado el día que me propuso matrimonio y se lo lancé a la cara.
—¡Toma tu estúpido anillo, cómetelo si te da la gana o dáselo a esa chiquilla desabrida!
—¡Blair!
—¡Déjame en paz, Benjamin! ¡Se acabó!
Me giré y salí furiosa de ahí. La escena impresionó tanto que la gente hasta me abrió camino, y salí del local en compañía de mi mejor amiga.
—¡Maldito desgraciado! —espeté al salir y empecé a lanzar manotazos al viento— ¡Ese sinvergüenza, ¿cómo se atreve?!
Sin embargo, Grace me tomó del brazo y me instó a calmarme.
—Conozco un lugar donde podrás deshacerte de tus frustraciones en paz, vamos.
Me jaló y terminamos en un taxi hasta un club de acompañantes a unas cuadras. Al entrar, el desenfreno y la bebida iban y venían, y decidí hacerle caso a Grace y empecé a beber como poseída.
—Ese maldito… lo amo y él… me hace esto… —Bebí más del vaso y suspiré, sentía un revoltijo de emociones por dentro—. No puedo creer que me pasara esto, Grace… no puedo creerlo.
—Cariño, si pasa en las películas pasa en la vida real. Pero no te preocupes, me encargaré de que pasemos una buena noche. —Se levantó y me jaló—. Ven, vamos, vamos a los descansos, nuestra sorpresa llegará pronto.
Más borracha que racional, aunque con un mal presentimiento, la seguí a los cuartos de descanso del nivel superior con un par de botellas entre manos, y una vez ahí seguimos bebiendo hasta que Grace no pudo más y se quedó dormida en el sofá; sin embargo, yo me encontraba tan molesta que no podía sucumbir al cansancio.
—Ese maldito… ¡ese bastardo! —clamaba entre trago y trago.
Sentía la garganta áspera y medio quemada, y me tendí al borde de la cama. De pronto oí el crujir de la puerta al abrirse y no pude evitar preguntarme si era la sorpresa que mi amiga mencionó.
La miré, estaba muerta para el mundo, y suspiré fastidiada.
—¿De qué sirve si no la vas a disfrutar?
Me quedé viendo a la entrada, y abrí de más los ojos al observar cómo un alto y fornido pelirrojo en traje entraba. Su andar era un poco errático, quizá estaba borracho o bebido, pero no disminuía ese porte y esa aura dominante que me hizo estremecerme.
Sin embargo, él frunció el ceño al darse cuenta de mi presencia y la de Grace.
—Señorita, ¿qué hace aquí? —preguntó.
Su voz era grave, y por su forma de hablar se hacía evidente que no era estadounidense; sin embargo, la cadencia de su tono me hizo temblar, y trastabillé hacia él sonriente y dispuesta.
—Eres el del servicio, ¿no? Estás buenísimo. —Me lo comí de arriba abajo.
Él arrugó más la cara.
—No… no sé de qué habla. Vine a descansar porque bebí de más, pero…
Se me fue el corazón a la garganta y me apreté contra su torso, ajena a todo lo demás, y de pronto sentí los ojos calientes, como llenos de lágrimas. Su cuerpo se tensó y alcé la cara para verlo, encontrándome con sus orbes, de un hermoso tono turquesa, completamente impresionados.
—No… no me rechaces, por favor. —Rogué, demasiado borracha para controlarme, y sollocé. Lo agarré de la chaqueta con ambas manos—. Por favor… hazme olvidar a ese malnacido, por favor… —Pegué la cabeza de su pecho e inspiré su aroma.
El olor me embriagó todavía más y, antes de que él pudiera reaccionar, asalté sus labios, medio desesperada, y me agarré con todo a pesar de su reticencia.
—Por favor, por favor… estás borracho, yo estoy borracha, ¿qué más importa? —La súplica inundaba mi tono, un estado que en mi normalidad detestaría, y volví a besarlo.
No sé si me tuvo lástima o pensó que era hermosa, pero cedió. Cerró la puerta, me tomó de las caderas y me llevó a la cama, y solo las sábanas y las paredes fueron testigos de lo que hicimos ahí, pero… Dios mío, ese hombre era fantástico.
Y pensé que no lo volvería a ver; después de todo, no fue más que un rollo de una noche, y estaba bien con eso, hasta que…
—Me gustaría presentarles al Doctor Dominik Engel. Él es el presidente del Grupo Grenze, que se dedica a la innovación en tecnología y exploración espacial.
Al alzar la vista, me fijé en un alto y fornido pelirrojo, y la mente se me quedó por completo en blanco.
¿Qué hacía ahí el sujeto de la otra noche en el club?
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¡Hola! Bienvenido a esta nueva historia. Si has leído alguna de mis novelas antes, esta es la historia de Dominik, que aparece en La asistente del Rey y Una hija para el CEO solitario (ambas completas en mi perfil). Espero que la disfrutes ♥
CONRADSolté un respingo cuando uno de los criados anunció que mi nieto había llegado en compañía de Dominik y dije que los recibieran bien.Hoy tenía que encargarme de un par de cosas. Era el momento.Había perdido a mi nieta y a mi bisnieto, y mi esposa huyó con su hija y aún no conseguíamos dar con ninguna de las dos. En las noticias se hablaba de que la familia estaba en crisis y no podía permitirlo.Necesitaba darle la vuelta a todo esto. Tenía que hacer que todo volviera a la relativa normalidad, y sabía bien cómo.Ambos llegaron, y tras conversar un poco nos sentamos a la mesa a cenar. Ray se había estado quedando con Dominik esta última semana porque era lo que quería, porque quería estar con su «tío» y no «dejarlo solito» ahora que Blair no estaba, pues este no lo dejó solo cuando perdió a sus padres.Hasta cierto momento comprendí eso; sin embargo, tras las últimas revelaciones era imperativo que el contacto entre ambos terminara.Después de la cena, hice que uno de los cria
ANDREWLa expresión de Dom cambió al instante y sentí su tensión, todos en la sala la sentimos. Tiré la vista a Rik, y solo eso bastó para que él entendiera.—Voy a salir —dijo Dom apenas levantarse, y Rik y yo lo imitamos.—Vamos contigo —dijimos al unísono, lo que lo sorprendió un poco.Y no solo a él.Mi esposa me dedicó un mirar sereno pero lleno de significado, y le di una sonrisa en respuesta.—No creo que… —murmuró Dom.—No vas a hacer esto solo, ¿de acuerdo? —dije en Islandés y puse la mano en su hombro.La duda apareció en sus ojos, pero al segundo siguiente lo desestimó, pues nos conocía y sabía que no daríamos nuestro brazo a torcer.Soltó un respingo y asintió.—De acuerdo, de acuerdo…Quince minutos más tarde ya íbamos en su auto a las afueras de la ciudad, con Ulrik al volante y yo en el asiento del pasajero. Dom estaba un poco perdido en sus pensamientos en la parte de atrás mientras veía el mapa.—¿Por qué me están cuidando tanto? —preguntó en islandés, con la vista fi
ANDREWTuve que hacer que Hannah condujera para poder rastrear de dónde demonios me llamaba Dominik y hacia qué hospital iba. ¿Cómo que el bebé estaba en peligro? ¿Qué mierda estaba pasando?Cuando llegamos, preguntamos por Blair y una enfermera nos guio a los pisos superiores, a una sala de espera junto a un quirófano donde, según ella, operaban a la castaña.Al entrar en la sala de espera a toda prisa, lo primero que vi fue a Dom en el fondo, sentado solo, con Paul sentado cerca, pero a distancia. El pelirrojo tenía la espalda encorvada y los hombros caídos y lucía desolado. Antes de llegar a él estaban otras personas, y uno de ellos salió corriendo hacia mí en cuanto me vio y se abrazó a mi cintura.Era Raymond Rymer.El niño se puso a llorar y me habló de lo que había pasado, de lo que hizo «Kristen» y de que su tía Blair estaba en operación para salvar a su primito.También estaban Conrad y Celia Rymer, que me miraban curiosos.—Señores Rymer, un gusto conocerlos a pesar de las c
BLAIREl arrepentimiento en sus ojos me trajo a la realidad, y abrí los ojos de par, llenos de lágrimas que no pude evitar derramar.—Qué… ¿qué demonios estás diciendo, Dom?Tragó entero, yo estaba tiesa, y suspiró.—Tenía trece años y acababa de hablar con tu familia paterna. Ellos no querían tener nada que ver contigo porque decían que tú y tu madre se llevaron a su hijo; entonces me di cuenta de que vivían una vida tranquila. Pero tus padres y mis padres eran amigos, y pensé que ellos podrían averiguar más de lo que yo podría desde mi posición y con mi edad… y les envié el correo. Y sí, después de todo lo que pasó volví con tus abuelos paternos y me dieron sus diarios, y gracias a eso pude conectar muchas cosas, mucha información, pero…Su voz se interrumpió de repente cuando una fuerte bofetada resonó, y nos miramos a la cara con impresión al tiempo que el ardor se extendía por mi diestra, esa que acababa de pegarle, de marcarse en su mejilla con todas mis fuerzas.Me eché hacia a
BLAIRCuando desperté a la mañana siguiente ya eran las ocho, y al salir encontré a Dom hablando por celular en alemán, lo que me dio curiosidad, además del aroma a comida recién hecha en el ambiente.—¿Pasó algo en Alemania? —curioseé, pero él negó con la cabeza.—No… Andy y Hannah vendrán a visitarnos.—¡Oh! Eso no lo sabía, ella no me dijo nada —murmuré.Desde la boda, y mucho más desde que supieron que estaba embarazada, Hannah, Zoe, Gianna y yo nos habíamos vuelto más cercanas y hablábamos mucho por el chat especial que teníamos para preservar la privacidad de todos, que era incluso más seguro que el WhatsApp.—Fue algo imprevisto. Andy vendrá a ayudarme con algunas cosas para terminar parte de mi trabajo aquí, y Hannah viene porque quiere verte. El pequeño Tony también venía, pero insistió en quedarse con su abuela, así que… —Se encogió de hombros y solté una risita.Antony tenía casi dos años, pero al parecer poseía una fuerte personalidad.—¿Se quedarán con nosotros? Eso sería
BLAIRPor alguna razón no pude llorar al pensar en el abuelo, pero el sentimiento de dolor estaba ahí, y lo estuvo por un largo rato, hasta que pude centrarme y darme cuenta de todo lo que pasaba.Sentada en uno de los sofás de la gran sala mientras Dom se encontraba en el antiguo estudio de su padre, pues le pedí un rato a solas, contemplé la inmensidad del lío en el que de una forma u otra estaba metida y, por alguna razón, aún sabiendo que mi prometido había matado personas, amigos de mi abuelo, y que de seguro acabó con las vidas de muchos más antes de conocerme, eso no fue mi principal preocupación.¿Lo que dijo Hannah aquella vez tenía que ver, sobre pensar en su esposo como un soldado que hacía el bien?Desde el lado de la moneda de Dominik, y el de casi todo el mundo me aventuraría a decir, incluso el mío, lo que él hacía era venganza, pero también justicia. No buscaba los focos, no buscaba la atención: había estado acabando con las personas que le quitaron a su familia sin ju
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