BLAIR
El arrepentimiento en sus ojos me trajo a la realidad, y abrí los ojos de par, llenos de lágrimas que no pude evitar derramar.
—Qué… ¿qué demonios estás diciendo, Dom?
Tragó entero, yo estaba tiesa, y suspiró.
—Tenía trece años y acababa de hablar con tu familia paterna. Ellos no querían tener nada que ver contigo porque decían que tú y tu madre se llevaron a su hijo; entonces me di cuenta de que vivían una vida tranquila. Pero tus padres y mis padres eran amigos, y pensé que ellos podrían averiguar más de lo que yo podría desde mi posición y con mi edad… y les envié el correo. Y sí, después de todo lo que pasó volví con tus abuelos paternos y me dieron sus diarios, y gracias a eso pude conectar muchas cosas, mucha información, pero…
Su voz se interrumpió de repente cuando una fuerte bofetada resonó, y nos miramos a la cara con impresión al tiempo que el ardor se extendía por mi diestra, esa que acababa de pegarle, de marcarse en su mejilla con todas mis fuerzas.
Me eché hacia a