ANDREW
La expresión de Dom cambió al instante y sentí su tensión, todos en la sala la sentimos. Tiré la vista a Rik, y solo eso bastó para que él entendiera.
—Voy a salir —dijo Dom apenas levantarse, y Rik y yo lo imitamos.
—Vamos contigo —dijimos al unísono, lo que lo sorprendió un poco.
Y no solo a él.
Mi esposa me dedicó un mirar sereno pero lleno de significado, y le di una sonrisa en respuesta.
—No creo que… —murmuró Dom.
—No vas a hacer esto solo, ¿de acuerdo? —dije en Islandés y puse la mano en su hombro.
La duda apareció en sus ojos, pero al segundo siguiente lo desestimó, pues nos conocía y sabía que no daríamos nuestro brazo a torcer.
Soltó un respingo y asintió.
—De acuerdo, de acuerdo…
Quince minutos más tarde ya íbamos en su auto a las afueras de la ciudad, con Ulrik al volante y yo en el asiento del pasajero. Dom estaba un poco perdido en sus pensamientos en la parte de atrás mientras veía el mapa.
—¿Por qué me están cuidando tanto? —preguntó en islandés, con la vista fi