BLAIR
El calor se me regó por todo el cuerpo y fui incapaz de dejarlo ir. Sus labios bordearon los míos, y el frío de la noche desapareció.
Tras unos segundos, con las mejillas ardiéndome, nos separamos, y en ese momento no pude verlo a los ojos. ¿Por qué me había dejado llevar? Yo era una idiota.
—Eso está bien. Es normal que las parejas compartan besos. Además, tu abuelo es un hombre inteligente, ¿no? Se dará cuenta de que esto es falso si no tenemos cierta familiaridad. —Él se separó y, de la nada, me dio unas palmaditas en la cabeza—. Vamos al auto, es hora de llevarte a casa, Isi.
Percibí la diversión al decir ese mote, pero pretendí ignorarla y solo me dejé conducir al auto.
El camino de vuelta fue silencioso, y cuando el auto se detuvo frente a la casa, divisé a mi abuelo observando por la ventana, lo que llamó mi atención porque no era para nada tarde.
Entonces, Dominik bajó y me extendió la mano para salir, con una curiosa sonrisa en los labios que me dijo se estaba divirtien