31. Monitoreo.
Lo cierto es que prácticamente corrimos a toda velocidad por las calles solitarias de la ciudad. Le escribí un corto mensaje a Máximo: *“Se complicó algo en el trabajo, llegaré tarde”*. Vi que envió una respuesta, pero no tuve tiempo de leerla. Me concentré en la carretera.
— No puedo creer que hubiera sido tan irresponsable — me dijo Santiago mientras aceleraba por la calle.
Pero yo negué.
— No te enojes con él. Está desesperado y frustrado al igual que todos. Él mismo creó el medicamento, y parece que no vamos a ser capaces de descubrir por qué vienen estas alucinaciones. Y peor aún, el por qué las personas están dispuestas a ocultar este secreto. Hoy contratamos a alguien, de hecho. Samuel hizo que firmara un contrato en el que, si no colaboraba con la investigación, tendría que pagar una multa muy grande. ¿Y sabes qué? El hombre prefirió pagar la multa a cambio de no decirnos qué era lo que había pasado con el medicamento, cuáles eran las alucinaciones y qué era lo que su