22. Samuel.
Valeria, pegada como una garrapata, caminó detrás de nosotros por todo el lugar. En serio comenzaba a molestarme su presencia. No porque yo realmente quisiera estar a solas con Santiago, pero tener su mala actitud y mala vibra detrás de nosotros me llenaba el estómago de una incertidumbre incómoda.
Lo cierto es que, después de darle una última revisada a la fábrica para que yo conociera cómo se producían en masa los medicamentos — aunque ya lo sabía con un poco de antelación, aunque el procedimiento había cambiado un poco desde que yo había abandonado a Santiago — , seguía un poco distraída por la presencia ridícula de la mujer que no dejaba ni un solo instante solo a su “esposo”. Y lo pongo entre comillas porque los tres sabíamos muy bien que legalmente seguíamos casados.
Yo traté de ser lo más profesional posible, ignorando todas las situaciones incómodas y concentrándome en el trabajo.
Finalmente llegamos al área de los laboratorios. Era el lugar que más quería visitar y me im