123. Hacerlo por amor.
Cuando cerré la computadora, me quedé muy quieta en el mueble sin saber muy bien qué era lo que debía hacer ahora. Probablemente estaba cometiendo uno de los errores más grandes de mi vida, muy seguramente eso era lo que estaba haciendo. Encontrarme con Gabriel de esa forma seguramente me mataría, o seguramente inventaría cualquier plan para seguirme torturando. Pero ¿qué otras cosas podía hacer? Tenía que hablar con él, tenía que detener este círculo de muerte que había empezado antes de que literalmente muriera alguien.
Estaba cansada de todas esas situaciones, había tenido que pasar por mucho: por la supuesta venganza hacia Santiago, con todo lo que había pasado con Máximo. Ya me merecía tener una vida tranquila y estable, encontrar un lugar al que pudiera llamar hogar y no una casa de seguridad como la que estaba en ese momento, un lugar frío, sin vida, lleno de hombres de seguridad protegiéndome. ¿Qué clase de vida era esa? Era una vida que yo no quería ni para mí ni para mi hijo