122. En su poder.
El disparo había sido silencioso, no se había escuchado más allá que esta rompiendo; por eso, en el momento aquí, para alejarlo de la trayectoria de un posible nuevo disparo, ninguno de sus hombres vino auxiliarnos. Al final, alguien escuchaba estos años, porque todavía ha sido perfectamente calculado. Cuando logres sacar al máximo del lado de la ventana, donde tal vez podían dispararle nuevamente, bueno, me arrodilla a su lado para poder observar su herida. Por suerte, el disparo le había dado en la pierna, en la parte alta después de la rodilla. Su cara se había puesto pálida, pero parecía que guardaba la compostura mejor que yo, y eso que él era el que había recibido el disparo.
Volteó a mirar por la ventana y trató de suspirar para contener el dolor.
—Voy a llamar a tus hombros para que lo atrapen —dije, intentando ponerme de pie.
Pero él me sujetó de la mano con fuerza.
—No, ya no estará. Ya esto fue un disparo de advertencia. Si es verdad, hubiera querido matarme, lo hubiera hec