Christopher sintió que el mundo se detuvo. De pronto dejó de escuchar, de ver, de sentir. Los latidos de su corazón eran tan lentos que apenas podía percibir que vivía. Tragó grueso y se sentó de nuevo en la silla. Sí los niños tenían tres años eso quería decir que ella no había abortado años atrás y si Michael y ella no tenían nada eso solo significaba una cosa; los trillizos eran suyos y probablemente Nathan era hijo de Alisson.
—¿Se encuentra bien? —preguntó el detective al ver el semblante pálido de Christopher.
Christopher no respondió. No podía hacerlo. Estaba ahogado, con el corazón encogido y con los hombros caídos como un perdedor. Entonces, los recuerdos taladrón su mente amenazando con matarlo….
—Por favor, Chris, estás cometiendo un error del que puedes arrepentirte. Te lo suplico, no me quites a mi hijo.
—¡No es hijo de mi amante! Michael y yo no somos nada, él me llamó para…
—Me iré lejos, te dejaré libre, pero no me quites a mi hijo.
Las súplicas de Alisson años at