El Hotel Riviera era uno de los más elegantes de la ciudad. Tenía un vestíbulo amplio con lámparas de cristal que colgaban como cascadas, un piso de mármol pulido que reflejaba la luz dorada y una fragancia leve a flores frescas que impregnaba el aire. A un costado, tras una fila de columnas, estaba el restaurante del hotel, iluminado con lámparas bajas y mesas cubiertas con manteles blancos.
Austin avanzaba por el vestíbulo con paso seguro, aunque sus manos delataban su nerviosismo. Llevaba el teléfono en una mano, observando con detenimiento la foto que Ryan le había mostrado: una mujer de cabello corto, canoso en algunas partes pero con destellos platinados que le daban un aire distinguido. Tenía la piel mulata, rasgos elegantes y una mirada serena. Conservadora, sencilla, pero hermosa de una manera natural que Austin no veía todos los días.
Tragó saliva mientras caminaba hacia el restaurante. El traje que Christopher lo había obligado a ponerse le quedaba perfecto, y los lentes os