El jardín trasero de la mansión Miller brillaba bajo la luz de cientos de guirnaldas. Las mesas estaban cubiertas con manteles blancos, y el perfume de las flores recién cortadas se mezclaba con el aroma del vino y los postres. La boda de Elizabeth y Michael había reunido a toda la familia, y el ambiente rebosaba de alegría.
En el centro de la pista, Elizabeth bailaba en brazos de Michael. Sus pasos eran lentos, medidos, pero había ternura en cada movimiento. El vestido abrazaba su cuerpo con elegancia, dejando ver la curva del embarazo que ya no podía ocultar. Michael no dejaba de mirarla, y sus dedos acariciaban su espalda con devoción.
Alisson los observaba con una sonrisa que no podía disimular. Christopher se acercó por detrás y le pasó un brazo por la cintura.
—Tu madre se ve feliz —murmuró.
—Sí —respondió ella, apoyándose en su pecho—. Creo que nunca la había visto así.
Ryan, sentado en una mesa cercana junto a Julie, levantó su copa y los miró divertido.
—¿Sabes? Miller casi r