Armando un rompecabezas

Christopher miró a las niñas y luego a Alisson. Sentía que su corazón latía con demasiada fuerza y que algo subía y bajaba en su estómago rápidamente.

—¿Solo tuyas? ¿Qué quieres decir con eso, Alisson? —preguntó. Su mandíbula temblaba y sentía que todo le daba vueltas—. ¿Acaso no tienen un padre? ¿Qué edad tienen? —inquirió. Aunque las gemelas se apresuraron para decir su edad, Alisson habló antes.

—Tienen dos años, Christopher. Además, no te interesa nada de mi vida. No es tu problema en absoluto. ¡Déjame en paz y no te acerques a mis hijas! —exclamó Alisson, señalándole con un dedo tembloroso.

Con rapidez, la pelirroja tomó a las niñas y aceleró el paso. Cuando llegó donde estaba Elizabeth con Nathan, tomó al niño en brazos y casi corrió con él hasta el automóvil. Una vez dentro, Elizabeth le preguntó:

—¿Qué ocurre? ¿Por qué estás tan asustada? —preguntó.

Alisson no le respondió de inmediato; arrancó el automóvil a toda velocidad y se saltó los semáforos hasta llegar a la mansión. U
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