Ernesto fue al balcón donde se encontraba Salvia.
—¿Qué sucedió con la sustituta? —Ella con la voz ronca le dijo: —Ignacio se marchó de la casa con otra mujer. —¡Vaya! ¿Pero qué fuerza en el mundo lo habrá impulsado a marcharse así como así? —La idiota esa no pudo retenerlo, ahora mi marido está durmiéndo qui&eacu