139 Comerte a besos

Amelia quiso visitar a Rosalía al hospital ese mismo día. Cuando llegó donde ella estaba, Rosalía tenía yesos en sus brazos y en una pierna. En ese momento se encontraba sola, su madre y dos tías que estaban pendientes de ella bajaron a la cafetería. Rosalía estaba cabizbaja, y se sorprendió un poco al ver a Amelia. Se miraron a los ojos.

—No esperaba verte llegar.

—¿Cómo estás?

—Fatal.

—Siento mucho lo de tu embarazo.

Rosalía volteó levemente su cara hacia otro lado y no respondió nada al respecto. Estaba triste, a la vez avergonzada. Amelia agregó:

—Mi tía me contó que Mario era su padre.

—Supongo que debes estar muy enojada por eso.

—No.

—Es tu esposo al fin y al cabo.

—Él no me importa, pero tampoco me gustaría que siguieras con él después de lo que te hizo, casi te mata, y mató a su propio hijo antes que naciera… Mario es una mala persona.

—Siempre les dije a ti y a Pedro quién era Mario en realidad, y no me creyeron; claro, delante de ti y de tu papá mostraba una cara, y delan
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