135 Desaparecida

Amelia buscó un hotel en dónde hospedarse durante el resto de la noche.

Ya era de madrugada cuando Mario despertó, vio en su reloj de muñeca que habían pasado varias horas. Por alguna razón sintió curiosidad por saber de Amelia y su hijo durmiendo, entonces fue a la otra habitación, cuando entró se percató que ella y el niño no estaban.

Puso una expresión de consternación y asombro, sintió rabia y a la vez se rehusó a creer que ella se había marchado. Buscó el bolso de Amelia en el perchero pero este no estaba allí.

—¡Amelia!

Gritó y salió al pasillo, continuó gritando su nombre y abrió todas las puertas de las demás habitaciones esperanzado con encontrarla en alguna de estas, pero ella no estaba. Bajó las escaleras, la buscó hasta en la cocina, como no la encontró, salió al patio trasero y comenzó a gritar como loco:

—¡Maldita seas Amelia! ¿Dónde te metiste? A donde sea que hayas ido te voy a encontrar.

***

Ignacio despertó de forma repentina en la madrugada, estaba profundamente d
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