El sol ya se había ocultado detrás de los árboles cuando una camioneta oscura cruzó el largo camino de piedra que llevaba a la mansión.
Las luces del vehículo cortaban la neblina del atardecer, iluminando brevemente los campos verdes que rodeaban la propiedad.
Axel, que estaba sentado en la sala principal junto a Diana, se levantó de inmediato al escuchar el motor.
Le dio una última mirada a su hija, que jugaba tranquilamente en el suelo con unas muñecas, y salió al vestíbulo.
La puerta principal se abrió, dejando entrar el aire fresco de la noche y la figura alta y delgada de Darren .
Vestía ropa sencilla: pantalones oscuros, una chaqueta ligera y una gorra que apenas dejaba ver su rostro.
Venía cargando una maleta médica en una mano, y su expresión era seria.
Axel lo observó unos segundos en silencio, con los brazos cruzados.
—Tardaste más de lo que esperaba —dijo finalmente, en tono bajo pero firme—. ¿Te aseguraste de que nadie supiera a dónde ibas?
Darren asintió de inmediato, dej