Isabella Romano.
Quedo inmovil cuando la vea caminar hacia mi.
Sus pasos, calculados y seguros. Esa sonrisa, falsa pero elegante. Su ropa, perfecta para demostrar su estatus y lo importante que ella era.
—Isabella…—saluda lentamente
—Giulia—respondo incomoda
—¿Estás feliz, no? Finalmente tienes lo que más has deseado en toda tu vida. Poder tener mi vida.
—No es lo que pareces.
—¿No es lo que parece?--pregunta repitiendo y dando un paso más hacia mí de manera intimidante—. Te follas a mi esposo.
—Yo no quería—susurro
—Pero lo hiciste, Isabella. Te lo has follado sabiendo que es mi esposo. Mi marido.
—Yo no lo force, así que tampoco es una santa paloma.
—No lo hiciste, pero… Jugaste con fuego sabiendo que estaba prohibido.
—Salvatore pudo haberse negado.
—Y tú pudiste haberlo evitado.
—No tuve elección, Giulia… Padre me obligó y no tuve otra opción que aceptar.
—Pero estas disfrutando—empieza a rodearme lentamente y trago grueso—. Disfrutas de mi vida, disfrutas a mi marid