Perspectiva de Sech.
Me llené de una felicidad inexplicable. El saber que Isis estaba fuera de peligro, que la vida regresaba a ella, representó un alivio que jamás creí experimentar. No entendía qué era lo que me estaba pasando. Nunca tuve tales sentimientos, ni siquiera por Ayla. No comprendía cómo era que esta muchacha rebelde, desafiante y hermosa, estuviera provocando tantos cambios en mi persona.
Salí de la habitación, necesitaba tomar aire. Mi abuela y Lucrecia habían tomado el control de los cuidados, y yo me sentía superfluo y lleno de culpa. Ragnar se había mantenido en silencio, para no desequilibrarme más, pero aprovechó el momento de quietud para hacerse presente en mi conciencia, mientras caminaba por los pasillos solitarios.
—Espero que esto te sirva de experiencia y que no vuelvas a cometer los mismos errores — me dijo, sin ningún reparo.
—Vaya, ya te habías tardado en aparecer —contesté, con un tono sarcástico.
—Pues no sé por qué no lo hice. Te tengo demasiadas consi